La caracteristica más importante del Sumi-e es la simplicidad de sus trazos, la economía de trazos es fundamental para generar espacios vacios, tan importantes en la cultura oriental. Es ademas una pintura realista que busca la expresión en la naturaleza, paisajes, flores, animales, caballos. El hombre, cuando aparece, es apenas un punto en medio de grandes espacios naturales.
Muchos habrán tenido la ocasión de apreciar alguna obra de Ukiyoe (grabado) o de Sumie (pintura en tinta china). Estas son de las principales artes pictóricas del Japón. A través de sus elegantes líneas, dinámica estructura especial, colorido y técnicas peculiares, puede percibirse la magnificiencia del arte oriental.El Sumie apareció en el siglo XIII, y en contraste con el colorido del Ukiyoe, el Sumie presenta un mundo monocromo basado en el color negro. Quizás sea su simplicidad lo que trae la atención en nuestro mundo moderno lleno de complicaciones. El Sumie es la expresión de la belleza en la forma más sencilla, y presenta el milagro de la vida diaria con gran profundidad.
El Sumi-e es antiquísimo, tuvo origen en China durante la dinastía Tang (618 - 907) y se implantó como estilo durante la dinastía Song (960 -1279).
Sus primeros maestros, que se han convertido en figuras de leyenda, fueron Wu Tao-tsen (700 - 760) y el poeta Wang-wei (698 - 759).
A mediados del siglo XIV monjes budistas zen la introdujeron en Japón y fue haciéndose cada vez más popular, hasta su apogeo durante el período Muromachi (1338 -1573).
Se dice que su maestro más talentoso fue Sesshu, a mediados del siglo XV.
El trazo debe ser muy seguro, pues en la espontaneidad y la agilidad del ademán reside la belleza de la línea, que no acusa la menor vacilación.
La esencia debe ser lograda con la máxima economía de movimiento, esto es fundamental para generar espacios vacíos, tan importantes en la cultura oriental.
El arte de la pintura sumi-e apunta a captar la esencia del objeto, más que su apariencia, para pintar con el lenguaje del espíritu. No hay arte sumi-e sin paciencia, porque únicamente con autodisciplina y concentración se podrá lograr equilibrio, ritmo y armonía de la composición.
“El espíritu del Zen consiste en ir más allá de la conceptualización, y esto implica unirse al espíritu de la manera más íntima. Esto supone, a su vez, la infravaloración, en una cierta medida, de todo tipo de técnica. La idea podría expresarse mejor diciendo que el Zen contiene en sí mismo algo que evita toda destreza técnica sistematizada, pero debe ser de algún modo dominado a fin de llegar al más estrecho contacto posible con la Vida que todo lo genera, lo penetra y fortalece. La principal preocupación del artista japonés es entrar en íntima relación con esta Vida, con este Espíritu. Aun cuando haya adquirido el perfecto dominio de la técnica necesaria para su profesión, el artista no se detendrá en este punto, pues todavía se encuentra con una carencia; se halla aún bajo la esclavitud de las restricciones técnicas y del peso de la tradición; su genio creador se siente de alguna manera encarcelado, no alcanza la plenitud de su expresión. Ha empleado muchos años en cualificarse para su profesión como dignocontinuador de una tradición de brillantes maestros, pero sus obras están lejos de sus ideales, no fluyen dinámicamente con la Vida, es decir, no está satisfecho consigo mismo; ni es un creador, sino un imitador. Cuando el artista japonés llega a esta situación, acude, con frecuencia, a la puerta de un maestro y le ruega le conduzca al santuario interior del Zen. Cuando el Zen es comprendido, su espíritu se manifiesta bajo formas diversas: el pintor lo expresa en sus pinturas, el escultor en sus esculturas, el actor Noh en su danza, el maestro de té en la ceremonia del té, el jardinero en sus jardines, etc.”
Daisetz T. Suzuki.
Sus primeros maestros, que se han convertido en figuras de leyenda, fueron Wu Tao-tsen (700 - 760) y el poeta Wang-wei (698 - 759).
A mediados del siglo XIV monjes budistas zen la introdujeron en Japón y fue haciéndose cada vez más popular, hasta su apogeo durante el período Muromachi (1338 -1573).
Se dice que su maestro más talentoso fue Sesshu, a mediados del siglo XV.
El trazo debe ser muy seguro, pues en la espontaneidad y la agilidad del ademán reside la belleza de la línea, que no acusa la menor vacilación.
La esencia debe ser lograda con la máxima economía de movimiento, esto es fundamental para generar espacios vacíos, tan importantes en la cultura oriental.
El arte de la pintura sumi-e apunta a captar la esencia del objeto, más que su apariencia, para pintar con el lenguaje del espíritu. No hay arte sumi-e sin paciencia, porque únicamente con autodisciplina y concentración se podrá lograr equilibrio, ritmo y armonía de la composición.
“El espíritu del Zen consiste en ir más allá de la conceptualización, y esto implica unirse al espíritu de la manera más íntima. Esto supone, a su vez, la infravaloración, en una cierta medida, de todo tipo de técnica. La idea podría expresarse mejor diciendo que el Zen contiene en sí mismo algo que evita toda destreza técnica sistematizada, pero debe ser de algún modo dominado a fin de llegar al más estrecho contacto posible con la Vida que todo lo genera, lo penetra y fortalece. La principal preocupación del artista japonés es entrar en íntima relación con esta Vida, con este Espíritu. Aun cuando haya adquirido el perfecto dominio de la técnica necesaria para su profesión, el artista no se detendrá en este punto, pues todavía se encuentra con una carencia; se halla aún bajo la esclavitud de las restricciones técnicas y del peso de la tradición; su genio creador se siente de alguna manera encarcelado, no alcanza la plenitud de su expresión. Ha empleado muchos años en cualificarse para su profesión como dignocontinuador de una tradición de brillantes maestros, pero sus obras están lejos de sus ideales, no fluyen dinámicamente con la Vida, es decir, no está satisfecho consigo mismo; ni es un creador, sino un imitador. Cuando el artista japonés llega a esta situación, acude, con frecuencia, a la puerta de un maestro y le ruega le conduzca al santuario interior del Zen. Cuando el Zen es comprendido, su espíritu se manifiesta bajo formas diversas: el pintor lo expresa en sus pinturas, el escultor en sus esculturas, el actor Noh en su danza, el maestro de té en la ceremonia del té, el jardinero en sus jardines, etc.”
Daisetz T. Suzuki.
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