viernes, 21 de mayo de 2010

Espiritu - Iai


Interrogado por sus discípulos sobre qué significaba el IAIDO, dijo lo siguiente: Vayan y observen por la ventana el árbol que decora nuestro gakko y jardín; párense cerca de la ventana y miren cómo de la rama más alta están por caer tres hojas, una más pequeña y las otras casi iguales en tamaño. Los discípulos, descreídos y presurosos, hicieron lo que sensei les había comentado. Al posar sus ojos sobre la rama, observaron cómo se desprendía la primera hoja y luego de una pausa, empapadas por una enorme tensión, cayeron finalmente las dos restantes. Los discípulos, con lágrimas en los ojos, corrieron presurosos a postrarse a los pies del maestro. Shuta dijo entonces: levántense y entiendan esto, aquel que pueda anticipar todas las cosas del mundo visible e invisible, está en IAIDO. (Extraído de Crónicas japonesas - Nakanishi Shuta 1616-1679, de HITEN NI ODO RYU).
Uno de los principios más estudiados por las escuelas más antiguas del Zen era el principio del equilibrio existente entre lo externo y lo interno considerándolo como imprescindible para alcanzar la maestría. Hubo grandes maestros de sable como contemporáneo de Musashi el maestro Munemori que se interesó en profundidad por el estudio del Zen desarrollando teorías sobre la actitud Zen posiblemente fundamentadas en los conocimientos del maestro de maestros de Zen el más grande de todos los tiempos el maestro Takuan. Este maestro siempre daba la misma respuesta a la pregunta de maestro ¿cual el verdadero camino? Él respondía el verdadero camino es el de la mente ordinaria. La teoría que tenia este maestro sobre la mente ordinaria era el estado mental sin fijación alguna por tanto cualquier actuación era libre, no presta atención a nada dando paso a una maestría natural espontánea donde cualquier cosa que hagamos dará una sensación de facilidad gracias a ese vacío mental (MU).
Hay una máxima Zen que reza así
“Esto es, pero si lo fijas, ya no es”.

El maestro Takuan en sus explicaciones a sus adeptos de sable en el afán de hacerles comprender el principio de la espontaneidad en la práctica cotidiana del arte les hacia entender que aunque comenzaban como simples practicantes cuando alcanzaban el conocimiento inmutable tendrían que volver a conseguir el mismo estado de espontaneidad cuando eran principiantes pues no hay capacidad de valoración sobre una buena disposición y actuación del cuerpo a través de la técnica. Es mas tarde cuando comenzamos a tener en cuenta las referencias teóricas que hacen que las mente este ocupada confundiéndonos por tanto. Solo la práctica diaria hace que la técnica que realizamos se adapte sin ya ocupar nuestra mente comprobamos entonces el gran principio de las artes marciales representado por el circulo “que el principio es el final”.

jueves, 20 de mayo de 2010

El interior


El Kendo tiene un espíritu en su práctica que va más allá de una actividad técnica. En esgrima se dice que una persona sólo puede ganar un combate si su espíritu lo puede ganar.
Un maestro siempre necesita de un alumno para poder seguir siendo maestro.

En el Kendo se trata de no pensar, dejar que los pensamientos fluyan, fortalecer el espíritu por medio del Zen.

La práctica del Kendo va más allá de ser de una actividad técnica, guarda un espíritu en ella, se requiere del aprendizaje de ciertos valores y esta enseñanza tiene un efecto residual a largo plazo, lo aprendido brota luego de continuar practicando durante muchos años.

“para entender hay que practicar” y no pensar en el tiempo, lo que ahora no se entiende, luego de mucha práctica se entenderá. No existe el entendimiento a través de la teorización, viene de la práctica. La técnica depende de la maduración personal, es importante que la persona crezca fortaleciéndose por dentro. Con los años la técnica también se verá favorecida por ese desarrollo interno, siempre las 2 cosas iran juntas, lo más importante es practicar.

La diferencia entre un atleta y un budoka es que el primero puede interrumpir su entrenamiento por razones personales (cansancio, trabajo etc.) pero el budoka no, la práctica es lo que lo fortalece, es parte de su vida. Se puede comparar al mar, cuando uno está parado a la orilla, nos maravillamos de lo enorme que es, pero al nadar, bucear y ver el fondo, su profundidad, comprendemos su verdadera dimensión. El Kendo es así, al ir interiorizándose en él descubrimos su real inmensidad."

Es un arte sin techo, uno va a tener 100 años de edad, y aun le van a haber quedado cosas por aprender. También, al ser un estilo de vida, hay que tomarlo con seriedad y perseverancia.

martes, 18 de mayo de 2010

Los Samurai y la Flor de Cerezo


Las flores del cerezo suelen caer muy pronto. La flor del sakura es delicada y con el viento enseguida cae. Así, se puede disfrutar de su belleza y al caer en su plenitud, no da tiempo a verla marchitar. Esto guarda relación con parte del código samurai en Japón. Es más, el emblema de los guerreros samurai era la flor del cerezo. La aspiración de un samurai era morir en su momento de máximo esplendor, en la batalla, y no envejecer y "marchitarse", como tampoco se marchita la flor del cerezo en el árbol.

Se ha dicho que los samurai podían permanecer por horas embelesados, contemplando una flor de cerezo, paradójicamente en un abrir y cerrar de ojos, podían dejar un mar de sangre derramada sobre la tierra.


La Sakura (Flor de Cerezo en japonés) encierra un poderoso encanto que ha trascendido hasta nuestros días y no deja de perfumar la atmósfera moral, por eso fue elegida en el medioevo como símbolo del espíritu Samurái; porque nace a la salida del sol, y cae de la rama al mediodía para morir, en el esplendor de su belleza. Y el Samurái, al igual que la Sakura, en el apogeo de su sabiduría en el arte de la lucha, se entregaba a la muerte sin temor por el sentido del Deber, el Honor y la Lealtad.
La máxima aspiración del Samurái era cumplir con los preceptos de la Vía (Do) y transformarse en un noble caballero, con un estilo de vida austero, sostenido por la lealtad y sentido del deber que estaban aún por encima del instinto natural de preservación de la propia vida.
  • “Si alguien pregunta cuál es el alma de Yamato,
    es una flor de cerezo que perfuma al sol naciente”
    Motoori Norinaga
  • “Si un hombre ve a alguien que actúa mal, y no hace nada para detenerlo, como puede seguir llamandose hombre”.
Existen dos variedades del sakura, una en blanca y otra en un tono rosa pálido. Hay una leyenda japonesa que dice que antes, las flores del cerezo eran sólo de color blanco.
La leyenda de la flor de Sakura

Durante la Era mejí, en Japón, era muy común que se fuera a buscar a las casas a los mejores samuráis, sin importar lo viejo que fueran. Durante años se mantuvo una guerra que se cobró numerosas vidas.
En esta época florecían los árboles de Flor de cerezo o flor de ciruelo.
Entonces, no era de extrañar que las mujeres casadas con samuráis se quedaran solas, por lo que estableció una ley en la que se le prohibía a la mujer casada de un samurai en batalla que se viera con otro hombre que no fuera de su familia. La ley establecía que cualquier mujer seria libre de casarse o juntarse con amigos si ésta probaba que su esposo había muerto en combate. Curiosamente en registros nunca se encontró ninguna mujer ejecutada por esta ley, y sin embargo se encontraron tantas muertas como samuráis de distintas zonas.
Ninguna de estas mujeres fue asesinada, ellas mismas lo hacían con el nombre de su esposo muerto en batalla si éste era un samurai. Esto siempre lo hacían frente a un árbol de flor de cerezo que con la sangre que absorbía se fue tornando rosada.
Siempre que salía un samurai de su casa se sembraba un árbol de Cerezo en su honor... O por si era necesario.