miércoles, 20 de octubre de 2010

Sentido Interno de las Artes Marciales

Arte marcial o arte de combate es una traducción que traiciona un poco el espíritu del ideograma original que se descompone en dos caracteres: "detener" y "la lanza". Comprendido originalmente como el "arte de detener la lanza", el arte marcial toma así su significación esencial. Más aún si sé comprende que esta fórmula puede interpretarse a la vez como el "arte de detener la lanza del adversario" y el "arte de detener la lanza propia". Es decir, el Gran Arte de la pacificación exterior y de la armonía interior.

El Arte y la Vía

En las civilizaciones antiguas, cuyos testimonios existen aún vivientes en Oriente, las artes tradicionales conducen a una Vía que permite al hombre, al precio de un aprendizaje largo y difícil, profundizar su experiencia de la realidad y de él mismo. Poco a poco, el aprendiz descubre las leyes que rigen las fuerzas sutiles con que la vida está tejida, y aprende que la calidad de sus obras depende del dominio de sí mismo, de lo que él es. Su trabajo exterior es el soporte de una metamorfosis interior.
En el Japón existe la vía de la caligrafía (sho do), la de la ceremonia del té (cha do), la del arreglo floral (ka do), de hecho una Vía para cada arte antiguo. El arte del combate no escapa a esta regla. El budo designa el sendero abrupto que serpentea en el corazón de las artes marciales. Esta Vía del combate es escarpada. La presencia del adversario exige la presencia de sí mismo en cada gesto que es así una cuestión de vida o muerte. Un fallo en la concentración, un desequilibrio entre el cuerpo y el espíritu no perdonan en un combate real y representan un gran riesgo en los entrenamientos. Rápidamente se descubre que el adversario más peligroso no hay que buscarlo en otra parte más que en sí mismo. La Vía del combate adquiere así un sentido diferente.
Do jo significa en japonés "el lugar de la Vía". En él se practica el budo. Equivalente a un templo, el dojo es un lugar sagrado en el que se recibe una enseñanza, en el que uno ejerce y se regenera. Pero el budo, repiten los Maestros, no se practica solamente en el dojo, Es un arte de vivir que se experimenta a cada instante.
El verdadero dojo, añaden los maestros, es el que el discípulo debe construirse en su corazón, en lo más profundo de sí mismo.

El budo y los bujutsu

Las artes marciales japonesas son en muchos aspectos las herederas de las chinas. La civilización japonesa, aunque fuertemente influenciada por la cultura del Imperio del Medio, es sin embargo de una remarcable originalidad ya que el país del Sol Naciente es un crisol que integra y absorbe para remodelar después a su gusto.
La savia sutil del budo no ha dejado de alimentar las artes marciales japonesas. Los Maestros japoneses del comienzo del siglo, temiendo quizás el contacto de Occidente y el choque del mundo moderno, han querido poner de manifiesto la importancia esencial de la Vía (DO) cambiando los antiguos nombres de los bujutsu tales como jiu-jutsu, aikijutsu, ken-jutsu, etc. en judo, aikido, kendo y otros. De esta manera esperaban que no se confundiera a las artes marciales, como Vía de superación, con los deportes de combate.

Los bujutsu a mano desnuda

Cuando un hombre es desarmado en el curso de un combate, su única suerte de sobrevivir reside en su habilidad para utilizar sus armas naturales, es decir, las de su cuerpo.
El jiu-jutsu, o el arte de la flexibilidad, es un método de combate a mano desnuda que reposa sobre el principio de la no resistencia. Este arte utiliza sobre todo técnicas que permiten utilizar los movimientos del adversario para ponerle fuera de combate. Método muy completo, el jiu-jutsu utiliza todo el arsenal del cuerpo: desviaciones, proyecciones, barridos, golpes llaves y estrangulamientos. El judo deportivo surgió de él pero se alejó completamente del concepto de Vía.

EL ZEN EN LAS ARTES MARCIALES

Siempre es grato leer y apreciar textos que, de una manera indirecta, a través del cuento o de la poesía, enseña la auténtica sabiduría. La tradición japonesa, como todas las tradiciones antiguas, es extremadamente rica en cuentos y en narraciones de todo tipo. La aportación de cuentos y prodigios de la tradición budista no deja de ser menos importante.

La intención de esta sección es reunir estos cuentos y narraciones de las artes marciales. Hay que ver en los textos que nos presenta sólo una agradable e inteligente manera de dar a conocer acontecimientos y narraciones a veces auténticos, como es el caso de los recuerdos de Eugen Herrigel sobre el gran Maestro de arco, Awa, o las concernientes al fundador del aikido, el Maestro Ueshiba. Es difícil saber dónde acaba la historia y donde comienza el cuento en este mundo sutil y un poco mágico, real o maravilloso, de los grandes Maestros. Es evidente que el "último secreto" nunca es verdaderamente transmisible y que, sin embargo, aquel que quiere puede comprender y ser iniciado, o "robar" el secreto, tal como el joven Yang Lu Chan, del siglo XIX, que consiguió ingresar en la familia del Maestro Chen Chang Hsiang que detentaba el secreto de una forma de combate a mano desnuda, conocido desde entonces con el nombre de tai-chi.

Yang consiguió ser empleado como sirviente. Cada día seguía las lecciones del Maestro oculto en un rincón. Un día fue sorprendido por el Maestro. Nadie había conseguido jamás violar el secreto de una enseñanza varias veces centenaria. Su vida estaba en juego. Pero el Maestro comprendió que Yang actuaba impulsado por el deseo real de aprender, por lo que accedió a enseñarle. Más tarde, convertido en un gran Maestro, Yang dio a conocer parte de los secretos de la que es sin duda la más grande de todas las artes marciales.

Todos estos cuentos o narraciones poseen una enseñanza constante: El espíritu racional, el deseo de eficacia caen presos de sus propias trampas. Subyacente a la realidad, aparece otra realidad, se manifiesta una eficacia casi absoluta, y aquel que creía actuar o golpear es súbitamente vencido o alcanzado profundamente. Por ejemplo, esos bribones que tan mal acaban después de atacar a un Maestro de tai-chi que apenas se defiende. El Maestro Awa, para ilustrar que lo esencial había sido adquirido, y por supuesto la eficacia, clava una flecha en un blanco que se encuentra en el fondo de un pasillo sin luz. Después lanza una segunda flecha que quiebra a la primera. De la misma manera, la fuerza ágil de un viejo Maestro vence el ardor impetuoso de un joven samurai. Podríamos multiplicar los ejemplos hasta el infinito.

Estas historias tienen como meta hacernos comprender que el umbral a alcanzar y la verdad a comprender nunca son evidentes, que la verdadera eficacia es a menudo secreta y oculta, incluso voluntariamente disimulada, ya que el colmo del verdadero conocimiento es burlarse de él, fingir que no se sabe nada. Personalmente he conocido a varios Maestros verdaderos que en apariencia podían ser confundidos con las personas más comunes. Esta viva tradición, particularmente en el mundo del sufismo, se ha convertido de hecho en una característica esencial del sufismo mismo. Se dice a menudo que un pir, un Maestro, y sobre todo un Maestro de Maestros, un polo, debe permanecer desconocido, incluso a veces a sí mismo.

La Humanidad está sembrada de seres cuya calidad interior es un campo de fuerza determinante para el bienestar y la protección de la vida. Estos seres, en si mismos centros espirituales, están ahí para crear alrededor de ellos influencias benéficas propicias para mantener y transmitir la tradición secreta.

Este es un punto estable, un centro que existe en cada ser y que es posible realizar, ya que no requiere nada que no esté en el hombre: una apertura a la sabiduría infinita desde adentro, una apertura a través de la cual surge a la luz y florece una sabiduría que como la de estos Maestros fascinantes, hace que los gestos, los dedos, los bastones, las cosas más insignificantes, se muevan como en la danza del Vacío.

El Valor y la No Resistencia



Los grandes maestros no han dejado de repetir que la maestría más alta es vencer sin combatir. Consideraban que su arte no debía servir para matar, sino para proteger la vida.
¿Qué había para ellos más fácil que utilizar su aplastante superioridad contra un agresor?
Mientras que desembarazarse de un atacante sin herirlo, sin que ni siquiera haya un combate es una verdadera proeza. Y, después de todo, la verdadera eficacia consiste en desalentar o en conciliarse con el adversario ya que como dice un proverbio chino,” un enemigo que vences sigue siendo tu enemigo. Un enemigo que convences se convierte en tu amigo”.

Vencer sin combatir no está al alcance de cualquiera. “Un hombre ordinario desenvainará su sable si se siente ridiculizado y arriesgará su vida, pero no será considerado como un hombre valiente. Un hombre superior no es turbado ni por las situaciones más inesperadas, ya que tiene una gran alma y una gran meta”, decía a menudo Funakoshi Gihin. Aquel que no pueda dominarse frente a un peligro corre el riesgo de volverse agresivo y de reaccionar violentamente. De esta manera entra en el juego del adversario. A veces, puede creer incluso que está amenazado cuando en realidad no sucede nada.

Mientras que el que conserva el dominio de sí en todas las situaciones puede enfrentarse con toda lucidez, con todos sus medios. Reaccionar violentamente es una solución fácil. Permanecer tranquilo es signo de fortaleza. Es lo que expresa Lao Tse en una de sus sentencias famosas del
Tao Te King:
“Imponer su voluntad a los demás es una demostración de fuerza ordinaria. Imponérsela a sí mismo es un testimonio de verdadero poder”.

Si a pesar de él, un Maestro es arrastrado a un combate, a veces consigue paralizar a su adversario sin combatir verdaderamente. La esencia de las artes marciales japonesas es profundamente no violenta. De hecho se basa en el principio de la no-resistencia que consiste en utilizar el ataque del adversario para llevarlo a su propia pérdida. El que se defiende, en lugar de bloquear los movimientos adversos, los esquiva y los canaliza de manera que se vuelvan contra su agresor. Si el adversario empuja, es suficiente esquivarlo o tirar de él para que caiga por él mismo. Si él tira, hay que empujarlo. Mientras más fuerte sea el ataque, más potente será el choque de vuelta. El principio de la no-resistencia conduce al atacante a convertirse en la víctima de su propio ataque y a recoger los frutos de sus malas intenciones.

¿Qué hay de más justo?

El verdadero arte marcial, o según la etimología oriental, el “arte de detener la lanza”, es una excelente puesta en práctica de lo que las enseñanzas taoístas o Zen llaman el wu-wei. Generalmente traducido por “no-acción”, el wu-wei significa más exactamente: dejar de actuar, dejar de hacer, actuar sin intervenir, sin resistir. Una imagen taoísta lo explica así: “El principio del wu-wei mueve las cosas. La rueda gira simplemente porque el eje no se mueve”.

En la tradición oriental el agua es el elemento natural que mejor simboliza el wu-wei, la no-resistencia:

“El agua no se opone a nada, y de esta manera nada puede enfrentarse a ella”.
“El agua cede al cuchillo sin ser cortada.
Es invulnerable ya que no muestra resistencia”.

KYUDO


El Kyudo consiste en interiorizar nuestra observación y mirar en nuestro interior con el fin de tomar conciencia de que no somos una simple ola, sino que como parte integral del elemento agua somos uno con el océano. El objetivo de todo ser humano debería ser trascender el limitado estado de una ola para ser el océano infinito.

La respiración, a través del doble acto de inspirar y expirar, es el medio para mantener la energía de vida o Ki en la forma. Este doble proceso es un símbolo de desequilibrio al que continuamente se ve sometida nuestra existencia, es un flujo y reflujo de energías, yin y yang, la dualidad constante entre la alegría y el sufrimiento, la paz y la guerra. El Budo es precisamente el arte de situarse en el punto preciso donde estas dualidades son destruidas, es decir, allí donde la conciencia es liberada de su ego y que llamamos vacuidad.

A menudo se habla del centro último que debe ser conquistado, pero en realidad, hay tres etapas principales por las que debe pasar el practicante de Kyudo, que son consecuencia del descubrimiento de tres centros a medida de su elevación y perfección. El primer centro que debe ser descubierto y controlado es el Seika Tanden, situado bajo el ombligo, que es a la vez centro de integración de las energías del cielo y de la tierra, pero también el centro donde pueden ser anuladas todas las oposiciones de carácter físico. El segundo centro reside en el corazón, es el centro del amor donde se anula toda oposición psíquica y psicológica. El tercer y último centro es el más importante y se alcanza cuando la mente es purificada y libre de todo sentimiento egoísta. Es el vacío, el elemento más elevado del gorin japonés.

La filosofía Zen del no aferrarse a nada, encontró un inmejorable marco de expresión en la liberación de la flecha, soltando o liberando a la vez una gran cantidad de malos hábitos y acciones inútiles y hasta malsanas, siendo las buenas acciones aquellas que son útiles al prójimo y que serán motivo de nuestra liberación. No podemos permanecer en un estado de abandono cuando todavía subsiste el deseo desenfrenado de gozar del mundo. Si se quiere ser libre, es necesario ser verdadero. El Budo no permite la mentira. ¡Es fácil escribir artículos eruditos sobre el Budo, pero más difícil es aplicar las leyes o considerarlo como otra cosa que un buen medio para subsistir! Debemos cambiar toda nuestra forma de pensar y actuar para conseguir progresos notables. En el verdadero tiro, no existe ninguna satisfacción cuando se alcanza la diana, ni ninguna amargura cuando no se alcanza, todo esto pertenece al mundo y sin embargo es con una conciencia más allá del mundo que tiramos durante todo el ritual, es en el no-ser donde encontramos nuestra única motivación.

La mente es la llave del éxito en el Budo, y debe ser silenciada para dar paso al sentido de la intuición, para ello existe una forma de actuar durante la acción que podría traducirse por el siguiente proverbio: «La no-acción no es la ausencia de acción, pero en el corazón de la acción nadie está presente para actuar.» BajoEn la misma perspectiva, el Maestro Tokuda me repetía a menudo: «No se alcanza el objetivo con la flecha: la flecha llega al objetivo.» Adquirir una conciencia abstracta no es sencillo, de ahí la importancia de los koans Zen y de las meditaciones subjetivas. Este sentido abstracto o intuitivo debe ser desarrollado ya que será por y a través de él, que nos será posible penetrar en el elemento aire (fu). Cuando aprendemos a utilizar la intuición, entramos de forma natural en comunión con nuestro propio «YO» o Ser, y experimentamos el último elemento, el éter (ku), el estado vacío de eco, allí donde reina el perfecto silencio, donde puede escucharse el Aum sagrado, allí donde el tirador (el estado de vigilia), el arco y la flecha (el estado de sueño) y finalmente la diana (el estado de sueño sin sueños) desaparecen para dejar lugar a un cuarto estado, aquel que los trasciende a todos, desde siempre y para siempre.

martes, 19 de octubre de 2010

Enseñanza a un samurai



He aquí lo que el Maestro Daicho enseñó al samurai Kikuchi cuando lo ordenó Bodhisattva.
“Si a propósito del problema fundamental de la vida y de la muerte, quiere usted esclarecer su ignorancia y tener una certeza, en primer lugar tiene que referirse a Mujo Bodai Shin: la sabiduría inigualable del Buda.
¿Qué significa Bodai Shin?
El espíritu que, profundamente, observa Mujo. Mujo es decir la impermanencia, el eterno cambio de todas las cosas (todo lo que existe en ku: vació). De todo lo que vive, sometido a las acciones antagonistas y complementarias de los dos polos Yin y Yang nada escapa al cambio y a la muerte. Mujo no deja de acecharos un instante, y os ataca bruscamente, antes de que usted se dé cuenta. Es por lo que el sutra dice: “Este día se acaba, con él debe terminar vuestra vida. Ved, por ejemplo, la ingenua alegría del pez en la charca, una alegría sin embargo muy amenazada.”
Usted debe concentrarse y consagrarse enteramente cada día, como si tuviera que apagar un fuego prendido en sus cabellos. Debe usted ser prudente, acordarse de mujo y no desfallecer nunca.

Si su vida llega a caer bajo la copa del horrible demonio de mujo, avanzará usted solitario por el camino de la muerte, sin compañía, sin ni siquiera la presencia de su mujer y la de su familia. Ni siquiera los palacios o la corona real podrán seguir su cuerpo muerto. Su conciencia complicada que se apagaba tan fuerte y gozaba tanto del amor carnal y de las realizaciones materiales, se convertirá en un bosque de lanzas o en una montaña de sables.

Y todas estas armas le provocarán muchas turbulencias y le causaran muchos contratiempos a medida que camine. Romperán su cuerpo en trozos y desgarraran su alma. Al final, descendiendo a las profundidades oscuras del infierno, arrastrado por el peso y la naturaleza de su karma, renacerá diez mil veces y diez mil veces morirá, tomando la forma de todos los demonios infernales que corresponden a los diversos aspectos de su mal karma. Cada día, usted sufrirá para toda la eternidad.

Por consiguiente, si comprendiendo todo esto, permanece usted sin embargo incapaz de realizar que su vida no es nada más que un sueño, una ilusión, una burbuja, una sombra, seguramente acabara usted por lamentar este sufrimiento eterno experimentado en el “aterrador dominio de la vida y de la muerte”. Aquel que busca la autentica vía espiritual del Budismo, debe comenzar por enraizar Mujo en su corazón.

Su muerte llegara pronto: no olvide nunca esto, de un instante de conciencia a otro, de una inspiración a una expiración. Si no es usted así, no es entonces realmente el que busca la verdadera vía.

Ahora, le voy a indicar el mejor medio para resolver el problema de su vida y de su muerte: practique zazen. Se le llama zazen al hecho de sentarse sobre su zafu (cojín) en una habitación silenciosa, perfectamente inmóvil en la posición exacta y correcta, sin pronunciar ninguna palabra: el espíritu vacío de todo pensamiento bueno o malo. Continuar únicamente sentándose apaciblemente delante de un muro. Todos los días.

De esta manera en zazen, no hay ni misterio especial ni motivación particular. Pero por zazen, su vida se aclarará y será más perfecta. Por consiguiente, debe usted abandonar toda intención, renunciar a alcanzar una meta, sea cual sea, durante zazen.

¿Dónde en su cuerpo y en su espíritu se encuentra el verdadero método para vivir y para morir? Usted debe comprender de lo que se trata por una profunda introspección. Si usted encuentra su ego especial, le ruego que me lo enseñe. Si no lo encuentra especial le ruego entonces que continué cuidándolo y protegiéndolo fielmente: y olvide a aquel que habitualmente muestra el exterior.

Entonces muy naturalmente, al cabo de algunos meses, de algunos años, podrá automáticamente e inconscientemente practicar gyodo (la verdadera Vía) con todo su cuerpo, sin esfuerzo de la voluntad.

Gyodo no significa solamente practicar una vía particular o entregarse a ceremonias especiales, sino aplicarse en todas las cosas de la vida cotidiana; caminar, mantenerse de pie, sentarse, acostarse, incluso lavarse la cara, ir al cuarto de baño, etc.

Todo debe llegar a ser gyodo, el fruto del verdadero Zen. Todas las acciones vivientes del cuerpo y todos los gestos deben armonizarse con la significación del verdadero Zen. Su conducta y todo su comportamiento deben seguir el orden cósmico, naturalmente, automáticamente, inconscientemente.

Cuando se logra crear estas condiciones de la concentración (samadhi), se puede llegar a ser un verdadero “líder” dotado de una gran profundidad de supervisión, en el camino de la vida y de la muerte, a lo largo de la terrible errancia.

Aún cuando todas las existencias de la tierra, el agua, el fuego, el viento, y todos los elementos se desintegren, aún cuando los ojos, las orejas, la nariz, la lengua, el cuerpo y la conciencia estén en el error; aún cuando las complicaciones de sus bonno (ilusiones) engendren turbulencias que surgen y dan vueltas en el espíritu como las olas agitadas del océano.

Por lo tanto, cuando usted haya creado en su cuerpo y en su espíritu al estado normal y justo, se puede decir que está auténticamente despertado y que ha penetrado el verdadero zazen. Se sabe, además, que la realización del verdadero samadhi permite dominar y comprender la totalidad de los koans activos de los maestros de la transmisión. Algunas veces, se llama Maestros a aquellos que, más allá de toda duda, pueden enseñar el Zen, gracias a su técnica Zen particular. Pero si estos no crean la condición de verdadera concentración, no valen más que un maniquí caído en una fosa de comodidad maloliente, la guarida de una tradición sometida al cambio. Se puede afirmar que ellos no son del todo verdaderos Maestros Zen.

En nuestra época lamentamos no recibir koans Zen de verdaderos Maestros Zen, verdaderos koans activos y vivientes. Casi todos los principiantes experimenta, y tan a menudo, el estado de kontin (somnolencia) y el de sanran (la excitación). Esto sucede porque durante zazen su conciencia y zazen son dos estados distintos, y porque ellos se oponen a su zazen. No hay que practicar zazen conscientemente queriéndolo.

Harían mejor en practicar calmadamente, naturalmente, sin ninguna consideración de lo que son, de su propia conciencia, de lo que entienden o sienten. Y de esta manera nunca aparecerá la más ligera sombra de kontin o de sanran.

Algunas veces, cuando usted practique zazen, un gran número de demonios pueden surgir en su espíritu y perturbar su zazen. No obstante, a partir del momento en el que deje de practicar la vía conscientemente, estos demonios desaparecerán.

Con una larga experiencia, y gracias a los méritos infinitos del zazen, usted comprenderá todo esto inconscientemente: igual que un viaje, el camino largo y peligroso pone a prueba el caballo y da la ocasión de apreciar su fuerza y su energía.

Tampoco de la noche a la mañana somos sensibles a la bondad de las personas con las que vivimos. En la vía del Buda, debe usted conservar la esperanza eternamente sin cansarse nunca, sea en la felicidad o en la desgracia. Entonces, será usted uno de los que son auténticamente responsables de la Vía.

He aquí el punto más importante:

En nosotros mismos es donde se encuentra la raíz, el origen de la vida y de la muerte.

martes, 5 de octubre de 2010

NO PENSAR

Yo digo siempre que zazen debe ser mushotoko, sin meta y sin provecho, de la misma manera que no es necesario pensar hacia dónde va la flecha. Hay que concentrarse solamente sobre la tensión de la cuerda del arco. El arco japonés está hecho de bambú; es muy sólido y es necesario una energía muy fuerte para tensarlo. Si solamente pensamos en el resultado, en el fruto, con nuestra conciencia personal, no podremos concentrarnos ni dejar que nuestra energía plena salga. Si solamente se hace el esfuerzo, el fruto más grande aparecerá entonces inconscientemente naturalmente. Algunas veces se puede hacer la experiencia. La práctica sin conciencia es mejor que la práctica consciente. Al comienzo de zazen, cuando se siente dolor, se piensa: “Mi postura es buena o no es buena, debo recoger el mentón, estirar la nuca, la columna vertebral, empujar el zafu con mis nalgas, concentrarme sobre la expiración.” Pero con el tiempo se olvida todo, y esto se convierte en no-conciencia. Esta condición del espíritu es muy importante. Después de uno o de dos años de práctica se ha cogido el hábito demasiado. Ya no hay concentración. Se piensa que la postura es buena y no se la corrige. Incluso si el responsable del kyosaku corrige la postura, no se acepta. Algunos practican un año, dos años o más tiempo aún y sus postura se vuelven malas, no hacen más que empeorar. Esto es debido a un ego muy fuerte y a una falta de esfuerzo. Esto es ir en otra dirección. No hay que olvidar el espíritu del principiante. Zazen: nuestra energía, nuestro espíritu, se armoniza con la energía cósmica, y la energía cósmica infinita dirige nuestra propia energía. Entonces, podemos dirigir las diez mil cosas en una sola. Podemos ser verdaderamente libres gracias a la energía del cosmos, esta verdad invisible. Lo mismo sucede en la práctica justa de las artes marciales.
EXTRAIDO DE:
ZEN Y ARTES MARCIALES
TAISEN DESHIMARU

Soltar presa


En el Budo la noción de sutemi es muy importante, Sute: abandono, Mi: cuerpo. Esto significa pues “arrojar el cuerpo, abandonar el cuerpo”. Esto es verdad no solamente en el kárate, sino también en el Kendo, en el Judo y en todas las artes marciales.
En Kendo existen numerosas escuelas, En Kendo todo es sutemi, acción de abandonar el cuerpo. La primera escuela se llama Tai Chai Ryu. Tai: el cuerpo, Chai: abandonar, renunciar. Después, tenemos Mu Nen Ryu. Mu: negativo. Nen: conciencia, abandonar la conciencia y Mu Shin Ryu; Shin: espíritu, por lo tanto abandonar el espíritu. Mu Gen Ryu: combatir sin ojos, abandonar los ojos. Mu Te Ki Ryu: sin enemigo. Mu To Ryu: sin espada. Shijin Ryu: se trata de Shin, el verdadero espíritu. Ten Shin Ryu; Ten: cielo, espíritu cósmico. Existen muchas escuelas pero todas tienen en común el sutemi; la acción de abandonar, de renunciar al cuerpo, olvidar el ego, solamente seguir el sistema cósmico. Se abandona los apegos, los deseos personales, el ego. Se dirige el ego objetivamente. Aunque se caiga no importa dónde, no hay que tener miedo, ni estar ansioso. Hay que concentrarse “aquí y ahora”, no economizar energías: “todo debe provenir de aquí y ahora”. Hay que mover el cuerpo naturalmente, automáticamente, inconscientemente, sin conciencia personal. Mientras que si utilizamos nuestro pensamiento, acción y comportamiento se vuelven lentos, dudosos. Surgen preguntas, el espíritu se agota, la conciencia vacila como una llama agitada por el viento.
En el Budo, la conciencia y la acción deben estar siempre en unidad. Al principio en el aikido, en el kendo... se repite el wasa, las técnicas, y los kata, las formas. Se repite sin cesar durante dos o tres años. Por eso, los kata y los wasa, formas y técnicas, se convierten en un hábito. Al comienzo para practicarlo hay que servirse de la conciencia personal. Lo mismo sucede para tocar el piano, el tambor o la conciencia, sin apego, sin servirse de los principios. Se puede tocar naturalmente, automáticamente. Es posible crear algo fresco por esta sabiduría. De la misma manera sucede en vuestra vida cotidiana Esto es el Zen, el espíritu de la Vía.
Las grandes obras de arte han sido creadas más allá de la técnica. En el mundo de la tecnología y la ciencia, los grandes descubrimientos superan los principios y las técnicas. No estar atado más que a una idea, a una categoría, a un sistema de valores, es una concepción falsa, contraria a las leyes de la vida y de la Vía. De la idea a la acción se debe obtener la verdadera libertad. En zazen, tanto al principio como al final, la postura es lo más importante, porque todo nuestro ser se encuentra en ella, en totalidad.
En el Zen, como en el Budo, se debe encontrar la unidad directa con la verdad auténtica del cosmos. Hay que pensar más allá de la conciencia personal, con todo nuestro cuerpo entero y no solamente con el cerebro. Pensar con todo el cuerpo.
He aquí un poema sobre la esencia del tiro con arco, el secreto de kyudo:


La tensión de la tensión
mi arco está completamente tenso
¿dónde va la flecha a lo lejos?
No sé.

Y he aquí un nuevo poema sobre el secreto del kendo:


No se debe pensar
En el antes y en el después
hacia adelante, hacia atrás
Solamente la libertad
del punto del medio.

También ésta es la Vía. La Vía del Medio.
EXTRAIDO DE:
ZEN Y ARTES MARCIALES
TAISEN DESHIMARU

viernes, 1 de octubre de 2010

LA SABIDURIA INMÓVIL


El espíritu del maestro está siempre cambiando. No permanece sobre una sola cosa o una sola persona. Deja pasar... El cuerpo tampoco permanece. La sustancia del ego es Fu Do Chi, “sabiduría inmóvil”. Entre la intuición, la sabiduría y la acción del cuerpo, hay siempre unidad. Aquí se encuentra el secreto del Zen y de las artes marciales. De la misma manera que las artes marciales. De la misma manera que las artes marciales no son solamente un deporte, el zazen no es un cierto tipo de masaje o de cultura espiritual.
Las artes marciales constituyeron al principio un método para matar a las gentes. El sable japonés, el tachi, es un sable largo; pero Tachi quiere decir también “cortar”. En el kendo, Ken, como Tachi quiere decir “sable”; y también “cortar”, de manera que Kendo significa “la Vía que corta”. Desde luego, el kendo se remonta a los tiempos prehistóricos en el Japón. Pero la verdadera escuela de kendo comenzó en 1346, creada por el samurai Nodo, seguido en 1348 de Shinkage.
Al principio, los samuráis deseaban siempre obtener poderes objetivos, excepcionales y mágicos. Querían ser capaces de no ser quemados por el fuego, o de no ser aplastados por una roca... Entonces, entrenaban su espíritu para obtener dones sobrenaturales. Querían obtener estos poderes misteriosos, por lo tanto, tenían un objetivo. Mas tarde, el Zen los influencio. Por ejemplo Miyamoto Musachi, que ha sido el Maestro más grande del kendo en el Japón, se convirtió también en un sabio. Decía: “Se debe respetar a Dios o Buda, pero no se debe depender del El.” El método la vía que estaba dirigida a partir en dos a la gente, se transformó entonces en método para cortar el espíritu propio. Vía del espíritu de decisión, de resolución y determinación. Este es el verdadero kendo japonés, el verdadero Budo. Hay que ser fuerte y obtener la victoria gracias al espíritu de decisión. Situarse mas allá de la norma, trascender el combate, hacer de el una victoria espiritual. En esa época, estas prácticas no tenían nada de deporte, contrariamente a lo que sucede hoy día en Europa. Los samuráis tenían una visión más alta de la vida.
Zen y artes marciales no forman parte de un método de salud. Los europeos quieren utilizar siempre las cosas. El espíritu del Zen no puede ser encerrado en un sistema tan estrecho. El Zen no tiene nada que ver con un “masaje espiritual”. El Kyosaku (1) puede ser un buen masaje

Bastón del que el Maestro Zen o los responsables de doyo se sirven para despertar o calmar a los discípulos que tienen problemas en su postura de zazen. A petición suya, les asestan un golpe sobre cada hombro en un punto muy inervado en meridianos de acupuntura.
para la conciencia o para el cuerpo. Pero zazen no es un masaje que produce relajación y bienestar, y las artes marciales no son un juego-deporte. En ellas existe un sentido mucho más profundo y esencial: ¡El de la vida! Y por consiguiente el de la muerte, puesto que los dos términos son de hecho indisociables.
El verdadero kendo, el verdadero Zen deben estar más allá de la relatividad. Esto quiere decir: “Dejar de elegir, de seleccionar un lado o el otro en lo relativo.” ¡Tomar una sola decisión! El ser humano es diferente al león o al tigre. Por consiguiente, la Vía del Budo debe estar más allá. El tigre o el león son fuertes y quieren vencer, por instinto y deseo. Ellos no piensan en abandonar su ego. Pero los seres humanos pueden estar más allá del ego y de la muerte. En el Budo, se debe llegar a ser más fuerte que el león o que el tigre, abandonar el instinto animal apegado al espíritu humano.
En el Japón, hace doscientos años, antes de la era Meiji, un maestro de kendo, Shoken era molestado por un gran ratón en su casa. “El congreso de artes marciales de los gatos”, tal es él titulo de esta historia:

“En su casa, todas las noches había un ratón que le impedía dormir. Se vio obligado a dormir a mitad del día. Entonces fue a ver a un amigo que adiestraba gatos, un domador de gatos. Shoken le dijo: “Préstame él mas fuerte de tus gatos.” El otro le prestó un gato de tejados, muy rápido y hábil en atrapar ratones; ¡Sus garras eran fuertes y sus saltos potentes! Pero cuando entró en la habitación, el ratón fue mas fuerte y el gato huyó. Este ratón era realmente muy misterioso. Shoken le pidió entonces un segundo gato, de color leonado, dotado de un ki muy fuerte, de una fuerte energía y de un espíritu combativo. Este gato entró en la habitación y peleó. ¡Pero el ratón tuvo las de ganar y el gato escapó! Se intentó con un tercer gato, un gato blanco y negro que tampoco pudo vencer. Shoken le pidió entonces un cuarto gato, viejo, bastante inteligente pero menos fuerte que el gato de tejados o que el gato leonado. Entro en la habitación. El ratón lo miró y se acercó. El gato se sentó muy tranquilo y no se movió. Entonces el ratón empezó a dudar. Se acercó un poco más ligeramente asustado, y, rápidamente, el gato lo atrapó por el cuello, lo mató y se lo llevó fuera de la habitación.
Entonces, Shoken fue a consultar a su amigo y le dijo: “ A menudo he seguido a este ratón con mi sable de madera, pero ha sido él quien me ha arañado. ¿Por qué este gato negro ha podido vencerlo? Su amigo le respondió”: “Hay que organizar una reunión e interrogar a los gatos. Usted le preguntará puesto que es usted un Maestro de kendo. Seguramente los gatos comprenden las artes marciales.”
Hubo pues una asamblea de gatos presidida por el gato negro que era más anciano. El gato de tejados dijo: “Yo era el más fuerte.” Entonces el gato negro le pregunto: ¿Por qué no has ganado?” El gato de tejados respondió: “Yo soy muy fuerte, tengo muchas técnicas para atrapar ratones. Mis garras son fuertes y mis saltos potentes, pero ese ratón no era como los otros.” El gato negro declaro: “Tu fuerza y tu técnica no pueden estar más allá de este ratón. Aunque tu poder y tu wasa hubieran sido muy fuertes no habrías podido ganar por tu solo arte. ¡Imposible! . Entonces el gato leonado hablo: “Yo soy muy fuerte, yo entreno siempre mi ki, mi energía y mi respiración con el zazen. Me alimento de legumbres y de sopa de arroz, por eso mi actividad es muy fuerte. Pero no he podido vencer a este ratón. ¿Por qué? El viejo gato negro le respondió: “tu actividad y tu ki son fuertes, pero este ratón estaba más allá de ese ki. Tú eres más débil que ese gran ratón. Si estas apegado a tu ki eso se convierte en una fuerza vacía. Si tu ki es demasiado rápido, demasiado breve, es que solamente eres apasionado. Por eso, se puede decir, por ejemplo, que si tu actividad es comparable a la del agua saliendo de un grifo, la del ratón es parecida a un potente golpe de agua. Por eso la fuerza del ratón es superior a la tuya. Aunque tu actividad es fuerte de hecho es débil, porque confías demasiado en ti mismo. “Después fue el turno del gato blanco y negro que tampoco había podido vencer. No era muy fuerte sino inteligente. Tenía el satori. había pasado todos los wasa y se contentaba con hacer zazen. Pero no era mushotoku (sin meta ni espíritu de provecho) y también él había tenido que huir.
El gato negro le dijo: “eres muy inteligente y fuerte. Pero no has podido vence a este ratón porque tenías una meta. Y la intuición del ratón era más grande que la tuya. Cuando entraste en la habitación él comprendió rápidamente tu estado de espíritu. Por esto no has podido triunfar. No has sabido armonizar tu fuerza, tu técnica y tu conciencia, que han quedados separadas en lugar de unificarse. Mientras que yo, en un solo instante, he utilizado estas tres facultades inconscientemente, naturalmente y automáticamente. De esta manera he podido matar al ratón. Pero, cerca de aquí, en un pueblo vecino, conozco a un gato aun más fuerte que yo. Es muy viejo y sus pelos son grises. Yo me he encontrado con él y no parece muy fuerte. Duerme todo el día. No come carne, ni pescado, solamente guenmai (sopa de arroz)... algunas veces bebe un poco de sake. Nunca ha atrapado un solo ratón, porque todos tienen miedo de él y huyen de su presencia. Nunca se acercan a él. ¡Por eso nunca ha tenido la ocasión de atrapar uno! Un día, entró en una casa que estaba llena de ratones. Todos huyeron apresuradamente y cambiaron de casa. Este gato podía cazarlos hasta durmiendo. Este gato gris es realmente muy misterioso. Tú debes volverte así, estar más allá de la postura, más allá de la respiración y de la conciencia.”
¡Gran lección para Shoken, el maestro de kendo!
Por zazen, ya estáis más allá de la postura, de la respiración y de la conciencia.
EXTRAIDO DE:
ZEN Y ARTES MARCIALES
TAISEN DESHIMARU