jueves, 22 de marzo de 2012

El Honor


El pundonor obliga muchas veces a los japoneses a hacer cosas que por lo extraordinarias parecen imposibles, como lo demuestra este caso real:

Dos grandes de la corte del Emperador que se encontraron en la escalera del palacio, rozaron por casualidad sus espadas al pasar; el que bajaba se sintió ofendido, a pesar de la excusas que el otro procuró darle, diciendo que el choque había sido casual y de ninguna consecuencia, pues se reducía a haber estado en contacto dos espadas de igual valor y mérito. Voy a probaros contestó el primero, la diferencia que hay de vuestra espada a la mía, y sacando el puñal se abrió el vientre. Sube el otro sin desplegar los labios, sirve al Emperador un plato que para su mesa llevaba en las manos, vuelve sin dilación a encontrar a su adversario que halló espirando, y le dice: si no hubiese tenido necesidad de servir a mi amo, me habría anticipado a vos; pero ahora que estoy desocupado, y ya que aquello me fue imposible, voy a seguiros, y hundiendo la hoja del puñal en su vientre, murió contento por haber hecho ver que su espada valía tanto como la del otro. Dos occidentales se habrían desafiado, y dado muchas cuchilladas, lo que no sé si sería menos bárbaro; pero es evidente, que en este particular poco tenemos que echarles en cara, y menos aún, si se toma en consideración que siendo entre ellos una gran deshonra el temer a la muerte, se encuentran muchas veces en la precisión de tenérsela que dar, para llenar este que consideran sagrado deber.

Un noble de Fingo, tenía una esposa de sin par belleza, de la cual era sumamente amado, lo que hubiera hecho su felicidad, si {el hubiese sabido ocultar su bienestar; pero habiendo llegado su dicha a noticias del emperador, le acarreó la muerte. Pocos días después hizo este Príncipe llamar a la viuda, para obligarla a permanecer en su palacio; a lo que ella contestó que estaba muy agradecida del insigne honor que recibía; pero que le pedía sin embargo la permitiese llorar a su esposo por espacio de 30 días, y despedirse después de sus parientes en un banquete que les pensaba dar; a cuya demanda, no solamente accedió el Emperador, sino que quiso además honrar el convite con su presencia. Después de levantada la mesa se dirigió la viuda a un balcón como para contemplar el campo, y se precipitó a la calle en donde se hizo pedazos, pues había tenido cuidado de disponer el festín en el piso más elevado de la casa. Este suicidio tan bien premeditado, y con tanta sangre fría ejecutado, tuvo solo por objeto poner a salvo su honor, y conservar la fidelidad que había jurado a su marido. Los japoneses son sobrios y tienen gran facilidad en dominarse a sí mismos, son de una gran nobleza y grandeza de alma, son también de carácter más bello y noble y pocos ignoran el rasgo de abnegación de aquellos 3 hermanos, que no sabiendo cómo alimentar a su madre que se hallaba en la indigencia, sacaron suerte entre sí, para que uno de ellos fuese entregado por los otros a los tribunales como culpable de un crimen, cuyo autor se buscaba, y cuya captura debía ser remunerada con una cantidad considerable de dinero.

Extraído de:

Historia del Japón y sus misiones

Pierre Francois – Xavier de Charlevoix



miércoles, 14 de marzo de 2012

Kyudo, el arte sagrado de la arquería japonesa



La arquería japonesa o Kyudo, ya no es una disciplina reservada a una determinada elite como antaño, en la actualidad son muchos los japoneses que saben apreciar sus beneficios. Menos conocido en Occidente, el Kyudo es entre todos lo Budos el que ofrece una dimensión más puramente espiritual y trascendental.

En este artículo sólo abordaré los aspectos espirituales del Kyudo, para aquellos que estén interesados en el aspecto técnico, existen varios libros específicamente dedicados a ello. Como la mayoría de los Budo que conocemos, la práctica de la arquería pasó del Kyujutsu al Kyudo, al igual que del Aikijutsu se pasó al Aikido. Esta diferencia es patente entre las dos grandes escuelas de Kyudo: Heki Ryu y Ogasawara. En la segunda, el estilo es muy codificado y se hace hincapié en la etiqueta, la ética, la calma mental y en el aspecto místico más elevado, el de realizar la esencia del Ser, siendo éste el objetivo del Kyudo en su dimensión última.

El Kyudo integró en sus prácticas principios filosóficos, religiosos e incluso esotéricos. Estos elementos fueron sacados del Ryobu-Shinto, un armonioso conjunto de prácticas surgidas del budismo y del sintoísmo, así como de prácticas procedentes del Shugendo.

Gracias al Maestro Masahiko Tokuda, actual responsable del estilo Heki Ryu, pude profundizar en el espíritu del Kyudo durante los años que residí en la bonita ciudad de Shizuoka. Durante cinco años, tuve la oportunidad de conocer a muchos expertos, pero raros aquellos que practicaban el Kyudo como una disciplina personal y como un medio para realizar el estado de perfecta vacuidad. Unido a Afiliados al Sengen Jinja de Shizuoka, mi amigo Jacques Normand y yo tuvimos la oportunidad de frecuentar al gran Maestro Matsui Masakichi 10 º Dan. Fue durante la ceremonia del Año Nuevo que por primera vez asistimos a un ritual de Kyudo, en el que se utilizaban los principios esotéricos, tales como el tiro al vacío en las cuatro direcciones, o la ejecución de los Kuji Kiri, los nueve mudras que también encontré en la escuela de sable Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu o en el Ninjutsu, que antaño estaba vinculado a los ascetas de la montaña, los famosos Yamabushis.

El tiro de ceremonia es un verdadero exorcismo y en muchos casos (matrimonio, muerte, cosecha, etc.), se precisa de un experto reconocido por su pureza para poder llevar a cabo el ritual. En varias ocasiones tuve el insigne privilegio de poder observar al Maestro Tokuda realizar este rito un tanto complicado, que precedía al tiro de las dos flechas. Durant Durante una ceremonia en honor a una persona difunta, el Maestro Tokuda se sirvió de la punta de sus flechas para trazar en el campo de tiro, la rejilla del kuji no in. El Maestro Risuke Otake, de la escuela Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu, la utiliza también como técnica de curación. Todas estas prácticas son inherentes al Kyudo (y a otros budos), aunque en el mundo actual en el que vivimos tanto los instructores japoneses como los occidentales, han hecho del Kyudo más un deporte de competición que un yoga de realización. El Kyudo es fundamentalmente Shinto, a pesar de las importantes influencias del budismo Zen y Shingon.

Qui Quien haya visitado el Japón, sabrá que a la entrada de los templos budistas o santuarios Shinto, el pórtico principal siempre está presidido por dos esculturas. Por ejemplo, en el Sengen Jinja de Shizuoka son dos arqueros los que custodian la entrada. En los templos budistas, encontramos a dos poderosos guardianes de la tradición (Nyo-o), el primero tiene la boca abierta y según la tradición entona la vocal A, y el segundo tiene la boca cerrada y entona la vocal OUM. Lo que supone que todo hombre que penetre en el templo será instantáneamente purificado por la vocal sagrada AOUM, (el AUM u OM de los hindúes). Según la tradición oriental, este Verbo (la base del Kototama Shinto) es la causa y la fuente de vida de los mundos y de los universos, y si este Verbo dejase por un momento de ser emitido por Aquel de quien nada puede decirse, los mundos se extinguirían instantáneamente. El Ki o energía de vida es su principal emanación, de ahí su importancia en todos los sistemas de tendencia religiosa. Siempre encontraremos la presencia divina de este Verbo actuando y confiriendo la vida, el movimiento y la conciencia al mundo material, de ahí el eterno conflicto entre el espíritu y la forma, el Yang y el Yin, la atracción y la repulsión, la vida y la muerte, y todos los pares de opuestos bien conocidos por los practicantes del Budo. El objetivo del Budo es precisamente eliminar esta dualidad, realizando un único estado de consciencia, simbolizado por el divino sonido OM. Este es el objetivo del Kyudo, aunque esto sólo sea abordado en los grados superiores.

Verbo o vacuidad, cualquiera que sea la forma de expresarlo, lo que se busca es un estado de consciencia pura no condicionada por el ego que es, recordémoslo, el conjunto de las tendencias humanas impresas en la memoria genética de un pequeño yo egoísta. Si sacamos esta mente tendremos la pura conciencia. Los Maestros nos dejaron una metáfora muy elocuente para comprender qué es el ego y cómo hacerlo desaparecer, para ello compararon a Dios (o el gran Desconocido) al océano, sobre el que surgen y desaparecen grandes olas (los sabios) y pequeñas olas (nosotros mismos). Imaginémonos que somos una de esas olas, cuando la tormenta de las pasiones empieza a soplar aparecemos en la superficie del agua y empezamos a observar a las otras olas. Esta observación nos hace creer que somos diferentes del océano, esta es la fase de la individualización que da nacimiento al sentimiento de separación. Si permanecemos en este estado, sufriremos constantemente la vida de las olas perpetuamente sujetas a las tormentas que aparecen para luego desaparecer sin tener una existencia real. El Kyudo consiste en interiorizar nuestra observación y mirar en nuestro interior con el fin de tomar conciencia de que no somos una simple ola, sino que como parte integral del elemento agua somos uno con el océano. El objetivo de todo ser humano debería ser trascender el limitado estado de una ola para ser el océano infinito. Deberíamos hacernos la pregunta de cómo nace la ola y reconocer que es consecuencia de dos principios, uno activo y otro pasivo, como por ejemplo el viento actuando sobre el agua. Si comprendemos esta ley tan simple, comprenderemos que nuestras desdichas son consecuencia de esta perpetua dualidad. Los Maestros que crearon las normas y los principios del Kyudo, conocían bien estos principios tradicionales por eso se esforzaron en sacar a la luz, a través del gesto en el Kyudo, el máximo de estas dualidades para que una vez reconocidas, pudieran ser controladas y trascendidas.

La respiración, a través del doble acto de inspirar y expirar, es el medio para mantener la energía de vida o Ki en la forma. Este doble proceso es un símbolo de desequilibrio al que continuamente se ve sometida nuestra existencia, es un flujo y reflujo de energías, yin y yang, la dualidad constante entre la alegría y el sufrimiento, la paz y la guerra. El Budo es precisamente el arte de situarse en el punto preciso donde estas dualidades son destruidas, es decir, allí donde la conciencia es liberada de su eco y que llamamos vacuidad.

La dualidad nace con la mente, simple reflejo deformado de la verdad y causa de la ilusión que consiste en hacernos creer que sólo somos una ola. La mente (el nombre que le damos a este eco) es al mismo tiempo nuestro peor enemigo, pero también el medio por el que podemos llegar a la disolución de esta ilusión. En una palabra, para vencer el eco, es necesario que desaparezcan las olas mantenidas por los vientos que son: la lujuria, la cólera, la avidez, la sensualidad, el apego, el orgullo, los celos, la impaciencia, etc. Debemos controlar los pensamientos surgidos de la mente y concentrarlos en un único punto mientras sea necesario. En Kyudo, este punto de concentración está simbolizado por el punto central de la diana (mato), si para el arquero occidental el objetivo es alcanzar la diana, para el Kyudoka la diana no es más que un pretexto para la concentración.

A menudo se habla del centro último que debe ser conquistado, pero en realidad, hay tres etapas principales por las que debe pasar el practicante de Kyudo, que son consecuencia del descubrimiento de tres centros a medida de su elevación y perfección. El primer centro que debe ser descubierto y controlado es el Seika Tanden, situado bajo el ombligo, que es a la vez centro de integración de las energías del cielo y de la tierra, pero también el centro donde pueden ser anuladas todas las oposiciones de carácter físico. El segundo centro reside en el corazón, es el centro del amor donde se anula toda oposición psíquica y psicológica. El tercer y último centro es el más importante y se alcanza cuando la mente es purificada y libre de todo sentimiento egoísta. Es el vacío, el elemento más elevado del gorin japonés.

El Maestro Tokuda me explicó un día que era tan difícil para el Kyudoka unirse a su arco (yumi), que los antiguos Maestros lo identificaron a la divinidad budista Kannon, diosa de la compasión de naturaleza andrógina, con el fin de evitar una nueva dualidad (macho-hembra). El arco se convirtió entonces en un símbolo viviente y en un principio contenido en germen en el corazón del practicante. El arco distendido sin cuerda se considera como un cuerpo sin alma, y representa el mundo exterior de las cosas materiales. Para colocar la cuerda, es necesario doblar el arco inversamente a su curvatura natural, simbolizando el descubrimiento del lado oculto de la vida del alma y nuestra voluntad de descubrirlo en nosotros mismos.

Sin embargo, nada puede ser realizado sin el poder del Verbo. Del mismo modo, el arco no es nada si no está unido y tensado por la cuerda (tsuru), que desempeña un papel esencial. Esta cuerda emite un sonido y puede ser identificado al Verbo. El sonido puede ser causado por el silbido de una flecha, como es el caso durante el Año Nuevo, o también dando palmadas como en el rito Shinto, que tiene por objetivo purificar, expulsando por el sonido y un corazón puro, las fuerzas malignas. La cuerda del arco es muy frágil, está hecha de cáñamo y resina de pino, expresa los estados del alma del tirador y muestra su grado de integración. Una mente ambiciosa, impaciente, irritada o simplemente cansada comporta a menudo la ruptura de la cuerda. Por el contrario, una mente serena, silenciosa y desapegada produce en la cuerda vibraciones de amor que podrán eventualmente aliviar males y que honrarán a los dioses (kami). En este caso, la cuerda emite un sonido particular que informará a un verdadero maestro de Kyudo sobre el grado de realización alcanzado por el discípulo. Así pues, existen En primer lugar tenemos el sonido del culatín (neka hasu), después el de la cuerda (tsuru Oto), posteriormente el del impacto de la flecha, el kiai y finalmente el sonido que hacen las dos flechas girando una en un sentido y la otra en otro (rotación causada por el estabilizador). Una de las flechas (Aya) es yin y el kiai emitido es ya, mientras que la otra flecha (Otoya) es yang y el kiai es ei. Estos grandes símbolos nos enseñan que tan sólo a nivel del sonido más elevado pueden unificarse las dos grandes fuerzas de la naturaleza. Esta es la razón por la cual el maestro insiste en que cada tiro sea considerado como un tiro único. Debe lanzarse como si sólo hubiera una única flecha, una flecha para toda la vida.

El Maestro Tokuda leyó en los escritos sagrados, de los cuales él era depositario, que el sonido AUM podía algunas veces oírse después del lanzamiento de la flecha. Lan Liberar la flecha, es también liberar el ego y los dos movimientos deben ser uno sólo. Es una forma de expresar lo inexpresable traducido por la palabra Satori. Lanza

Tirar sin eco no es algo fácil sin el trabajo del día a día, y durante muchos años. Es necesario tirar sin pensar en quien tira, sin buscar recompensa ni autosatisfacción de colocar bien la flecha, de ser visto o admirado. ¿Qué existe si no hay eco? Pues bien, existe la esencia del «YO», expresión de nuestra realidad, de nuestra identidad real, pero purificada de la yuxtaposición de un pequeño yo que se cree una ola, que se cree esto o aquello mientras que simplemente «Es» El Zazen es un primer paso con la finalidad de mantener (al menos durante el tiro) la mente en la sensación de ser ese «YO», evitando que la mente se identifique a la personalidad momentánea.

La filosofía Zen del no aferrarse a nada, encontró un inmejorable marco de expresión en la liberación de la flecha, soltando o liberando a la vez una gran cantidad de malos hábitos y acciones inútiles y hasta malsanas, siendo las buenas acciones aquellas que son útiles al prójimo y que serán motivo de nuestra liberación. No podemos permanecer en un estado de abandono cuando todavía subsiste el deseo desenfrenado de gozar del mundo. Si se quiere ser libre, es necesario ser verdadero. El Budo no permite la mentira. ¡Es fácil escribir artículos eruditos sobre el Budo, pero más difícil es aplicar las leyes o considerarlo como otra cosa que un buen medio para subsistir! Debemos cambiar toda nuestra forma de pensar y actuar para conseguir progresos notables. En el verdadero tiro, no existe ninguna satisfacción cuando se alcanza la diana, ni ninguna amargura cuando no se alcanza, todo esto pertenece al mundo y sin embargo es con una conciencia más allá del mundo que tiramos durante todo el ritual, es en el no-ser donde encontramos nuestra única motivación.

En las instrucciones que me dio el Maestro Tokuda, entusiasta practicante y experto del Budismo esotérico Shingon, el arquero debe identificarse a un gorin como medio para comprender las cinco etapas esenciales en todo proceso de evolución, incluido el Kyudo.

La base cuadrada es el elemento tierra (chi) y representa la estabilidad y el equilibrio sobre el cual debe afianzarse el arquero al inicio de su disparo. Si colocarse en el dojo ante la diana resulta fácil, no ocurre lo mismo cuando debemos controlar los principios inherentes a la tierra, compuestos por nuestros más bajos instintos tales como el sentido de la propiedad, el sexo o la glotonería… El elemento agua (sui), representado por el círculo (una gota de agua) está presente durante el tiro en el instante en que los dos brazos del tirador cogen el arco y la flecha, antes de su elevación hacia el fuego y el aire. El Maestro Tokuda insistía a menudo en que colocáramos correctamente nuestro Seika Tanden para que el agua al derramarse no apagara el fuego del Ki. Es en el vientre donde se encuentra la mayor cantidad de agua y donde se generan las emociones y los deseos. Los ritos de purificación tales como el misogi, que implican una ética sin falta, son los medios para pasar del elemento agua al elemento fuego. Sin esta purificación, tal vez nos convirtamos en reputados expertos que han sabido localizar su Seika Tanden, pero ignoraremos dónde se encuentra el centro del corazón. El elemento fuego (ka) está representado por la figura del triángulo y se sitúa en el pecho y la garganta. En este estado ya no es la emoción lo que nos interesa sino la mente. El Kyudo encontramos una serie de figuras triangulares como por ejemplo Ashi Bumi, la colocación de los pies para el tiro. Este triángulo es de aproximadamente 60° y está formado por la base de la espina dorsal en relación a los dos pies. Otros triángulos son más sutiles, como el formado por los ojos respecto a la parte frontal superior.

La mente es la llave del éxito en el Budo, y debe ser silenciada para dar paso al sentido de la intuición, para ello existe una forma de actuar durante la acción que podría traducirse por el siguiente proverbio: «La no-acción no es la ausencia de acción, pero en el corazón de la acción nadie está presente para actuar.» En la misma perspectiva, el Maestro Tokuda me repetía a menudo: «No se alcanza el objetivo con la flecha: la flecha llega al objetivo.» Adquirir una conciencia abstracta no es sencillo, de ahí la importancia de los koans Zen y de las meditaciones subjetivas. Este sentido abstracto o intuitivo debe ser desarrollado ya que será por y a través de él, que nos será posible penetrar en el elemento aire (fu). Cuando aprendemos a utilizar la intuición, entramos de forma natural en comunión con nuestro propio «YO» o Ser, y experimentamos el último elemento, el éter (ku), el estado vacío de eco, allí donde reina el perfecto silencio, donde puede escucharse el Aum sagrado, allí donde el tirador (el estado de vigilia), el arco y la flecha (el estado de sueño) y finalmente la diana (el estado de sueño sin sueños) desaparecen para dejar lugar a un cuarto estado, aquel que los trasciende a todos, desde siempre y para siempre.

Analicemos a continuación el ritual del tiro propiamente dicho. Después del saludo frente al Kamiza, con el fin de honrar a los Maestros, a los kamis y al Ser interno, el arquero se coloca (dozokuri) de perfil, con el lado izquierdo en dirección a la diana, dando comienzo aquí a la fase de concentración. ¡Los Maestros de Kyudo dicen que nuestra concentración debe ser tan penetrante como la flecha! La mano derecha sujeta la segunda flecha que se mantiene sobre la cadera derecha, mientras que la mano izquierda sujeta el arco enfrente, apoyado sobre la rodilla izquierda, y la flecha se coloca en el arco. Aquí es donde empieza a tener lugar aquello que diferencia el Kyudo nipón de la arquería occidental, en este instante el arquero toma conciencia objetivamente, con una extrema lucidez y una concentración sin falla, de todas las fases del tiro. La mirada (monomi) surge de la mano que sostiene el arco, sube hacia arriba, vuelve a bajar hasta la parte baja del arco, vuelve a subir hasta la mano siguiendo la flecha en el curso imaginario hasta la diana y luego vuelve de nuevo por el mismo camino hasta la mano izquierda. Este ritual tiene por objetivo transferir en el inconsciente aquello que debe hacerse durante la ausencia de nuestro eco. A partir de este momento y por un acto deliberado de su voluntad, el arquero inmoviliza completamente las ondas de su cerebro o los pensamientos de su mente, el eco es silenciado, entrando en una dimensión meditativa, el mundo desaparece y quien entonces libera la flecha es el alma.

Será a menudo hemos escuchado decir que hay que ver más allá de la diana. Sin embargo, esto sólo será válido durante el entrenamiento con el makiwara, en el que se busca extender el ki hasta el infinito, mucho más allá de la flecha. En este estado, al estar la mente ausente, la vista no tiene ninguna importancia, y tal vez fuera lo que intentaba decirme el Maestro Tokuda con su infinita paciencia: «El ojo no ve la diana es la diana que va al ojo.» Los gestos simples y mil veces repetidos están perfectamente condicionados, los ciento ocho puntos son controlados y el tiro puede realizarse con una conciencia pura.

Ahora que está en perfecta armonía consigo mismo y con el universo, el arquero dirige su mirada hacia la diana y empieza el uchiokoshi. Conviene recordar que numerosos ejercicios pertenecientes, en mayor o menor medida, a la tradición del Kyudo han permitido al practicante despertar ciertas facultades dormidas. Aquellos que mediten alcanzarán resultados con mayor rapidez, aunque éstos nunca deben buscarse.

Veamos a continuación una lista de las cinco expresiones del prana (Ki) en el cuerpo, esto nos ayudará a comprender mejor el proceso de la respiración durante el ritual del Kyudo. Al no Al no existir equivalencia al japonés, conservaremos las palabras en sánscrito.

  1. Prana es el aire inspirado. Está presente del ombligo a la garganta.
  2. Samana es aire intermedio. Está presente del corazón al plexo solar.
  3. Apana es el aire expirado. Está presente del ombligo al ano.
  4. Udana es el aire que sube. Está presente de la nariz a la cúspide del cráneo.
  5. Vyana es el aire omnipresente en todo el cuerpo.

Durante la elevación del arco actúa el Prana, gracias a él inspiramos el Ki y nos cargamos de vitalidad. Esta parte del Ki tiene también la propiedad de elevar las fuerzas hacia arriba.

Por medio de una técnica especial y un acto de voluntad, el arquero se esfuerza en hacer descender el ki a la zona media (samana). Posteriormente tiene lugar una fase de expiración y relajación de los hombros, pero sin que el prana deje la zona media. El próximo movimiento es el de la extensión del arco en dos tiempos: en el primero (daisan), se inspira y se sigue manteniendo una vez más el prana en el mismo lugar, y en el segundo el movimiento hikiwake el arco desciende hacia la cara y la cuerda se tensa hasta su máximo. Durante este descenso, se utiliza apana. El arquero debe entonces invertir su movimiento, es decir durante el descenso físico del vientre y del arco, ha hecho ascender el apana a la zona intermedia (samana). Es en este momento que el Sensei pide al discípulo que mantenga el arco tenso el máximo tiempo posible y por varias buenas razones. Técnicamente hablando, es en este momento que el Kyudoka simboliza la forma de una cruz perfecta, es decir, la unión del cuerpo y el Espíritu, o de la espina dorsal (energía solar) con la flecha (energía lunar). Esta unión del Yang y el Yin tiene su origen en una fusión más subjetiva. En efecto, prana y apana fusionados en la zona media tienden a invertir su polaridad, de antagonistas que son, las fuerzas pasan a ser complementarias. Este punto de fusión, como habremos adivinado, tiene lugar en el seika tanden. A medida que esta fusión progresa, el ki (o prana) unificado es atraído hacia udana que impulsa el Ki a penetrar en la parte sutil de la médula espinal, para luego despertar y elevar la potencia divina hasta los centros del cerebro. La plena expresión o liberación esférica del ki tiene lugar durante el lanzamiento de la flecha e implica entonces yana, el aire omnipresente.

Para poder tensar el arco anulando en la mente todo concepto de dualidad, es necesario durante el entrenamiento (keiko) pensar de forma diferente y, en particular, ¡que la mano izquierda no empuje el arco sino que tire de la cuerda y que la mano derecha no tire la cuerda sino del arco! Se insiste para que en ese momento los pies estén firmemente enraizados en el suelo, la cabeza hacia el cielo y sobre todo que el cuerpo mantenga un estado de total relajación muscular. ¡Esto es totalmente imposible para los principiantes, por eso el instructor aconseja tensar con los huesos y no con los músculos, lo cual funciona bastante bien!

El punto más delicado es la mano derecha, la que lleva el guante, la responsable de liberar la flecha. ¿Cómo mantener una mente libre si es necesario durante el tiro pensar en sujetar la flecha? Para colmar esta laguna, los maestros idearon un guante con una muesca (en la raíz del pulgar) donde se coloca la cuerda. Llegado el momento, la muñeca se abre pivotando y libera la flecha sin voluntad del arquero. CoLa consecuencia de esta alquimia, mucho antes de que ocurra la disolución del eco, es esta capacidad para lanzar en un estado de perfecta serenidad sin ninguna intención ni voluntad como lo expresaba el Maestro Awa: «Algo tira en vosotros.»

El último instante es aquel que precede a la liberación de la flecha. Técnicamente, los dos dedos de la mano izquierda, pulgar e índice se asemejan al pico de un pájaro (uno kubi). Para sujetar correctamente el arco, se aconseja que ambos dedos se toquen, lo que por otra parte es imposible, pero al intentarlo el pulgar señala directamente a la diana, y en ocasiones hasta produce un cierto sonido. Cuando esto ocurre se dice que el pájaro canta. Tras liberar la flecha (hanare), se dice simbólicamente que el pájaro ha muerto y entonces la conciencia se sumerge en el gran silencio del zanshin. Nada puede decirse sobre lo que sucede luego, excepto que es el momento durante el cual se hará la experiencia del no-ser, un instante de eternidad en el que la ola vuelve a ser el océano.

Terminaré ésta limitada exposición sobre el espíritu del Kyudo, citando a Jacques Normand, consejero técnico de la Federación de Kyudo en Francia, quien a su vez citando las palabras del Maestro Anzawa, escribió que el Kyudo puede resumirse en tres palabras japonesas: Shin, Zen y Bi. Shin es la verdad, Zen es la pureza (esta palabra no tiene nada que ver con el Zen del budismo) y Bi es la belleza. Estas tres palabras son la traducción de lo que debe expresar el espíritu, el alma y la personalidad, el resumen de lo que es un hombre verdadero.

Michel Coquet

Traducción: Jordi Vila Vila

Lecturas aconsejadas:

  1. «L’Arme de Vie» de Jérôme Camilly y Jacques Normand – Edition La Table Ronde.
  2. «Le Zen dans l’Art chevaleresque du tir à l’Arc» de E. Errigel – Edition Dervy-Livres.

martes, 13 de marzo de 2012

LA MASACRE DE NANKING - MOMENTOS TRISTES Y OSCUROS PARA JAPON

Salón Conmemorativo de las Víctimas de la Masacre de Nanjing

La Masacre de Nankín o Nanking, conocida también como la Violación de Nankín, hace mención a las atrocidades cometidas por el Ejército Imperial Japonés en y alrededor de Nankín, China, tras la caída de la capital frente a las tropas japonesas el 13 de diciembre de 1937.

El ejército japonés se trasladó hacia el norte tras capturar Shanghái en octubre de 1937, y capturaron Nankín en la Batalla de Nankín, el 13 de diciembre de 1937. Los comandantes del ejército nacionalista chino habían huido de la ciudad antes de la entrada del ejército nipón, dejando atrás a miles de soldados chinos atrapados en la ciudad amurallada. Muchos de ellos se quitaron sus uniformes y escaparon a la llamada Zona de Seguridad preparada por los residentes extranjeros de Nankín. Lo que ocurrió después de la entrada del ejército japonés en la ciudad de Nankín es y ha sido la base de la acalorada discusión histórica y tensión política, particularmente entre China y Japón en años recientes.

Durante la ocupación de Nankín, el ejército japonés cometió numerosas atrocidades, como la violación, el saqueo, el incendio y la ejecución de prisioneros de guerra y civiles. Aunque las ejecuciones comenzaron con el pretexto de eliminar los soldados chinos disfrazados de civiles, se afirma que un gran número de inocentes hombres fueron intencionalmente identificados como combatientes enemigos y ejecutados. Un gran número de mujeres y niños también fueron asesinados, al ir extendiéndose las violaciones y los asesinatos.

TESTIMONIOS

Varios residentes extranjeros que se encontraban en Nankin en el momento de los sucesos registraron sus experiencias sobre lo que acontecía en la ciudad:

El médico estadounidense Robert O. Wilson, en carta a su familia: "la masacre de la población civil es terrible. Podría seguir narrando páginas de los casos de violación y brutalidad casi más allá de lo creíble. Dos cadáveres golpeados por bayonetas es lo único que queda de siete limpiadores en la calle que estaban sentados en sus sedes cuando los soldados japoneses llegaron sin previo aviso y mataron a cinco de sus miembros y a otros dos heridos que se encontraban en su camino al hospital."

El misionero John G. Magee, en carta a su esposa: "no sólo mataron a todos los prisioneros que podían encontrar, también a un gran número de civiles de todas las edades [...] Justo antes de ayer vimos a un pobre miserable muerto muy cerca de la casa donde estamos viviendo."

El Dr. Wilson, en otra carta a su familia: "ellos (los soldados japoneses), bayonetearon a un niño, causando su muerte. Pasé una hora y media de esta mañana intentando curar a otro niño de ocho años que tenía cinco heridas de bayoneta, una de las cuales penetró en el estómago, haciendo que una porción de epiplón quedara fuera del abdomen."

Inmediatamente después de la caída de la ciudad, las tropas japonesas se embarcaron en una decidida búsqueda de ex soldados, en la que miles de jóvenes fueron capturados. Muchos fueron llevados al río Yangtsé, donde fueron ametrallados. Las tropas japonesas reunieron mil trecientos soldados chinos y civiles en Taiping Gate y los mataron. Las víctimas fueron voladas con minas terrestres, y luego rociados con gasolina. Los que quedaron con vida después fueron asesinados con bayonetas. Algunas personas fueron golpeadas hasta la muerte. Los japoneses también ejecutaron sumariamente a muchos peatones en las calles, por lo general bajo el pretexto de que podrían ser soldados encubiertos vestidos de civil.

A miles se les llevó lejos y fueron ejecutados en masa en una excavación conocida como "Reguero de los diez mil cadáveres", una zanja de unos trescientos metros de largo por cinco metros de ancho. Dado que no se conservan registros, las estimaciones sobre el número de víctimas enterradas en la zanja van desde 4,000 a 20,000. La mayoría de los estudiosos e historiadores consideran que el número será de alrededor de 12,000 víctimas.

Las mujeres y los niños no estaban a salvo de los horrores de las matanzas. A menudo, los soldados japoneses cortaron los senos, o en el caso de mujeres embarazadas, hacían cortes abiertos y rasgaban el útero. Hay testigos que recuerdan soldados japoneses tirando bebés al aire para capturarlos con sus bayonetas. Las mujeres embarazadas a menudo eran blanco frecuente, que a menudo se bayoneteaban en el vientre, a veces después de la violación.

Muchas mujeres fueron violadas y brutalmente asesinadas. El actual escenario de esta masacre se presentó en detalle en el documental La batalla de China. La película Nanking! Nanking! (en español: Ciudad de vida y muerte) dirigida por el chino Lu Chuan y premiada con la Concha de Oro a la Mejor Película en el Festival de Cine de San Sebastián 2009, es una recreación de la historia de la Masacre de Nanking.

El Gobierno fue muy consciente de las atrocidades. El 17 de enero, el ministro de Relaciones Exteriores de Koki Hirota recibe un telegrama escrito por el corresponsal del Manchester Guardian, Harold John Timperley interceptado por el gobierno de ocupación en Shanghai. En este telegrama, Timperley escribió:

"Desde el retorno de Shanghái hace unos días informó de las atrocidades cometidas por el ejército japonés en Nankin y en otros lugares. Cuentas fiables de testigos oculares y cartas de particulares cuya credibilidad queda más allá de la duda son prueba convincente de que el ejército japonés se comportó y sigue comportándose de tal forma que recuerda a Atila, rey de los hunos. No menos de trescientos mil civiles chinos asesinados, en muchos casos a sangre fría."

Según estimaciones, al menos 1000 casos por noche y muchos por día. En caso de resistencia o cualquier indicio de desaprobación, se bayonetea, apuñala o dispara. (James McCallum, carta a su familia, el 19 de diciembre de 1937).

Probablemente no hay crimen que no se haya cometido en esta ciudad el día de hoy. Treinta niñas fueron sacadas de la escuela de idiomas de anoche, y hoy he oído resultados de desgarradoras historias de las niñas que fueron sacados de sus casas ayer por la noche-una de las niñas era de 12 años, pero… Esta noche pasó un camión en el que había ocho o diez niñas, y a su paso han gritado "Jiu ming! Jiu ming!": salven nuestras vidas. (Minnie Vautrin el diario, 16 de diciembre de 1937).

CIFRAS Y FALLECIDOS

Según el Tribunal de Guerra de Tokio, las estimaciones realizadas en una fecha posterior para indicar el número total de civiles y prisioneros de guerra asesinados en Nanking y sus alrededores durante las primeras seis semanas de la ocupación japonesa arrojaban una cifra de más de doscientos mil. Que estas estimaciones son exageradas no se ve confirmado por el hecho de que las sociedades funerarias y otras organizaciones contaron más de ciento cincuenta y cinco mil enterramientos, la mayoría con las manos atadas tras la espalda. Estas cifras excluyen a los incinerados o arrastrados por la corriente fluvial". La magnitud de las atrocidades que se debate entre China y Japón, con los números, que van desde algunos japoneses de varios centenares de reclamaciones, a la pretensión de China de un número de muertos no combatientes de trescientos mil.

Una serie de investigadores japoneses consideran un valor aproximado entre cien mil y doscientos mil asesinatos de civiles. Otras naciones, que el número ronda los ciento cincuenta mil y trescientos mil. Este número fue promulgado en enero de 1938 por el australiano Harold John Timperly, un periodista testigo, basado en informes de otros testigos contemporáneos. Otras fuentes, incluyendo La Violación de Nankin de Iris Chang, también cuentan trescientos mil. Además, el 12 de diciembre de 2007, el gobierno estadounidense desclasificó documentos adicionales que arrojaron un saldo de alrededor de quinientos mil en el entorno de Nankin previo a la ocupación.
EFECTOS EN LAS RELACIONES ENTRE CHINA Y JAPON

Además del número de víctimas, algunos críticos aún en disputa si la atrocidad ocurrió. Mientras el gobierno japonés ha reconocido el incidente, algunos japoneses han sostenido los nacionalistas, en parte utilizando las manifestaciones del Ejército Imperial Japonés en el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente, que el número de muertos era de naturaleza militar y que ninguno de esas atrocidades civiles ocurrió. Estas afirmaciones han sido puestas en duda por varios datos, apoyándose en declaraciones en el Tribunal de ciudadanos de no chinos, otros testigos presenciales y por las pruebas fotográficas y arqueológicas que demostrarían que se produjeron las muertes de civiles.

En China, este hecho es un punto principal del nacionalismo chino. En Japón, la opinión del público está dividida al respecto, especialmente entre los conservadores, para los que la Masacre de Nankín ha sido exagerada como un arma diplomática dirigida contra Japón. Tales opiniones son consideradas revisionismo histórico entre los chinos, y como tal, continúan generando rabia y resentimiento.

Este es mi pequeño homenaje a todas las victimas fallecidas en Nanking, no podía dejar pasar esta realidad a pesar de ser un gran admirador de esta maravillosa isla del sol, todos los países tuvimos partes oscuras que atravesar a lo largo de la historia formada por hombres y mujeres en donde la belleza, la sutileza y la grandeza pueden llegar a niveles indescriptibles pero también la crueldad y la falta de respeto por la vida suelen alcanzar estados inimaginables en esta raza llamada humanidad.