Yo digo siempre que zazen debe ser mushotoko, sin meta y sin provecho, de la misma manera que no es necesario pensar hacia dónde va la flecha. Hay que concentrarse solamente sobre la tensión de la cuerda del arco. El arco japonés está hecho de bambú; es muy sólido y es necesario una energía muy fuerte para tensarlo. Si solamente pensamos en el resultado, en el fruto, con nuestra conciencia personal, no podremos concentrarnos ni dejar que nuestra energía plena salga. Si solamente se hace el esfuerzo, el fruto más grande aparecerá entonces inconscientemente naturalmente. Algunas veces se puede hacer la experiencia. La práctica sin conciencia es mejor que la práctica consciente. Al comienzo de zazen, cuando se siente dolor, se piensa: “Mi postura es buena o no es buena, debo recoger el mentón, estirar la nuca, la columna vertebral, empujar el zafu con mis nalgas, concentrarme sobre la expiración.” Pero con el tiempo se olvida todo, y esto se convierte en no-conciencia. Esta condición del espíritu es muy importante. Después de uno o de dos años de práctica se ha cogido el hábito demasiado. Ya no hay concentración. Se piensa que la postura es buena y no se la corrige. Incluso si el responsable del kyosaku corrige la postura, no se acepta. Algunos practican un año, dos años o más tiempo aún y sus postura se vuelven malas, no hacen más que empeorar. Esto es debido a un ego muy fuerte y a una falta de esfuerzo. Esto es ir en otra dirección. No hay que olvidar el espíritu del principiante. Zazen: nuestra energía, nuestro espíritu, se armoniza con la energía cósmica, y la energía cósmica infinita dirige nuestra propia energía. Entonces, podemos dirigir las diez mil cosas en una sola. Podemos ser verdaderamente libres gracias a la energía del cosmos, esta verdad invisible. Lo mismo sucede en la práctica justa de las artes marciales.
EXTRAIDO DE:
ZEN Y ARTES MARCIALES
TAISEN DESHIMARU
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