martes, 24 de agosto de 2010

Sakura



Sí, la sakura: (Cerasus pseudo cerasus) ha sido por mucho tiempo la favorita de nuestra gente y el emblema de nuestro carácter. Marcan particularidad los términos de la definición que el poeta utiliza, la flor del cerezo silvestre exhalando su perfume al sol naciente.

El espíritu de Yamato no es una planta doméstica, débil, sino salvaje, en el sentido natural, en su crecimiento; es indígena al suelo; sus cualidades accidentales puede compartirlas con flores de otras tierras, pero en su esencia sigue siendo la original, espontánea a nuestro clima. Pero de donde es nativa no es lo único que demanda nuestro afecto. El refinamiento y la gracia de su belleza apela a nuestro sentido estético como ninguna otra flor puede.
No podemos compartir la admiración de los europeos para sus rosas, que carecen de la simplicidad de nuestra flor, también, las espinas que se ocultan bajo las dulces rosas, la tenacidad con la cual se aferra a la vida, como si temiera deshojarse antes de tiempo, prefiriendo marchitarse en el tallo, asustada a muerte y reacia a nunca morir, prefiriendo descomponerse en su vástago; sus colores y fragancias llamativas, todos estas caracterísiticas tan desemejante de nuestra flor, que no lleva ninguna espina o veneno bajo su belleza, siempre lista a dar la vida al llamado de la naturaleza, sus colores nunca son magníficos, y que su ligera fragancia nunca harta.
La belleza del color y de la forma es limitada en su apariencia; es una cualidad fija de existencia, mientras que su fragancia es volátil, etérea como la respiración de la vida.

Asi en todas las ceremonias religiosas el incienso y la mirra juegan una parte importante. Hay algo espiritual en su fragancia. Cuando el perfume delicioso del sakura satura el aire de la mañana, asi el sol en su curso se levanta para iluminar primero las islas del lejano oriente, pocas sensaciones son serenamente más regocijantes que inhalar, como lo fue, la misma respiración de un bello día.

Es, entonces, esta flor, así de dulce y efímera al soplar el viento que vierte un poco de perfume, lista a desaparecer por siempre, ¿es esta flor del tipo del espíritu Yamato? ¿Es el alma de Japón tan mortalmente frágil?

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