En las artes marciales, la técnica es diferente en judo, en kendo o en el tiro con arco. En zazen concentrarse sobre la postura es igualmente un wasa. El wasa es necesario, pero un judoka que no aprende más que el judo no es un verdadero judoka. En las artes marciales, generalmente, la técnica es indispensable durante diez o veinte años. Pero, finalmente el estado de espíritu es lo primero, esto es particularmente evidente en el tiro con arco. Entre el espíritu y el cuerpo, entre el espíritu y la postura, entre el espíritu y el wasa, la respiración establece la conexión. Finalmente, postura y respiración se unifican. La respiración se vuelve ki (la energía, la fuerza), como el ki de aikido. En el Budo, volvamos a él, hay tres puntos esenciales: la técnica (wasa), la actividad (ki) y el espíritu (shin). En zazen, por la postura, se puede equilibrar el estado de espíritu y la respiración. En un combate, no se puede equilibrar muy bien la respiración ya que sé esta obligado a ejecutar, muchos movimientos. En zazen, al comienzo de la práctica, se encuentran, desde luego, muchas dificultades. Pero, con el tiempo, se puede encontrar fácilmente este equilibrio entre la postura justa, el estado de espíritu y la respiración. Al comienzo conviene practicar la postura conscientemente, pacientemente. Se hace esfuerzo, se estira la nuca, hay que concentrarse voluntariamente sobre la expiración. Después de algunos años, la concentración llega inconscientemente. En zazen, la postura tiene una influencia muy rápida, desde el comienzo; no es como en el Budo en el que solamente después de cuatro o cinco años, mas allá del tercer dan, se puede llevar la concentración sobre otra cosa diferente del wasa. En zazen, desde el comienzo, la postura tiene una influencia sobre la conciencia.
En China, un discípulo de Lao Tsé, Mishotsu, escribió una historia interesante sobre los gallos de pelea:
“Un rey deseaba tener un gallo de pelea muy fuerte y había pedido a uno de sus súbditos que educara a uno. Al principio, este le enseño al gallo la técnica de la pelea. Al cabo de diez días, el rey pregunto: “¿Se puede organizar un combate con este gallo?” Pero el instructor dijo: “¡No. No. No. ! El es fuerte, pero esta fuerza esta vacía, siempre quiere pelear; esta excitado y su fuerza es efímera.”
Diez días mas tarde, el rey preguntó al instructor: “Y ahora, ¿se puede organizar esa pelea?” “No. No. Aún no. Todavía esta apasionado, siempre quiere pelear. Cuando oye la voz de otro gallo, incluso el de una aldea vecina, se encoleriza y quiere batirse.”
“Después de diez nuevos días de entrenamiento, el rey preguntó de nuevo: “¿Y ahora, es posible?” El educador respondió: “Ahora ya no esta apasionado. Si oye la voz de otro gallo, permanece tranquilo. Su postura es justa, pero su tensión es fuerte. Ya no se encoleriza. La energía y la fuerza no se manifiestan en la superficie.”
“Entonces, ¿está listo para un combate?” dijo el rey. El educador respondió: “Quizás”. Se trajeron numerosos gallos de pelea y se organizó un torneo. Pero los gallos de pelea no podían acercarse a este gallo. ¡Huían asustados!.
Por eso no hay necesidad de combatir. El gallo de pelea se había convertido en un gallo de madera. Había superado el entrenamiento de los wasa. Interiormente tenía una energía fuerte que no se manifestaba en el exterior. El poder se encontraba desde entonces en él, y los demás gallos no podían hacer otra cosa que inclinarse ante su seguridad tranquila y su verdadera fuerza oculta.”
Si continuáis, zazen, inconscientemente, naturalmente, automáticamente, podréis llegar al secreto del Budo. Entonces no será forzosamente necesario practicar el judo, el aikido, el kárate o el sable. Los demás no se acercaran. No será necesario combatir. La verdadera Vía del Budo no es competición ni conflicto: esta más allá de la vida y de la muerte, más allá de la victoria y de la derrota.
El secreto del sable es no desenvainar el sable; no hay que sacar el sable, porque si queréis matar a alguien, debéis morir por ello. Hay que matarse a sí mismo, matar el propio espíritu. En este momento, los demás tienen miedo y huyen. Se es él mas fuerte y los demás no se acercan. No es necesario pues vencer. En zazen, concentrarse sobre la expiración crea la ligazón que equilibra la conciencia y la postura. Esta actividad desencadena el impulso equilibrador entre los músculos, los nervios, el hipotálamo y el tálamo. Si continuáis zazen, podréis obtener esto inconscientemente, naturalmente y automáticamente.
“El reflejo de la luna sobre el río no se mueve, no fluye. Solamente el agua pasa.” En zazen, no debéis permanecer sobre un pensamiento, vuestro pensamiento no debe permanecer en ninguna parte. Dejad pasar los pensamientos. De esta manera, podréis encontrar la sustancia del ego. Al principio, si pensáis con vuestra conciencia personal, dejad pasar. Más tarde, el subconsciente aparece. Hay que dejar pasar, aún. El subconsciente también se agota. Así, algunas veces se piensa, algunas veces no se piensa. Después, el espíritu es puro como la luna, como el reflejo de la luna que permanece sobre el agua del río. Pero no debéis cortar vuestros pensamientos. Durante zazen no es necesario decirse: “Debo realizar el reflejo de la luna.” Si se quiere explicar las relaciones entre el espíritu, la conciencia y el verdadero ego, es exactamente como las relaciones entre la luna, su reflejo y el agua del río.
Hacer solamente zazen, shikantaza. Esto es hishiryo, satori. Esto no se puede comprender conscientemente, ni atraparlo. “La sombra de la luna sobre el agua nunca ha podido ser atrapada por la mano.”
El Maestro Takuan es muy célebre en el Zen y en las artes marciales, sobre todo en el kendo, el sable japonés. Educó numerosos samuráis. Tuvo un discípulo muy celebre, el legendario samurai Miyamoto Musachi. Este empleó la frase siguiente: Fu Do Chi Shinmyo Roku. Fu: al principio de una frase marca la negación como en Fushiryo. Do: aquí no es el “Do” sinónimo de Vía. Quiere decir moverse. Chi significa la sabiduría. Shinmyo: misteriosa. Roku: nota. Este titulo significa: Nota misteriosa sobre la sabiduría inmóvil. La postura de Budo, sin movimiento, es la postura de Muso: la no-postura no es solamente el acto de no moverse con el cuerpo, sino también no moverse con el espíritu. Alcanzar el espíritu inmóvil.
¿Qué es un espíritu inmóvil? Hemos visto que el espíritu no debe permanecer sobre nada. Debemos dejar pasar los pensamientos y las ilusiones como nubes en el cielo. Exactamente como: “El reflejo de la luna sobre el agua. La luna no se mueve. El reflejo de la luna no se mueve.” Observar una peonza: al comienzo, cuando gira lentamente, se mueve; después, en plena velocidad, adquiere estabilidad, y ya no se mueve. Al final, como un hombre que ha llegado a viejo, vuelve a oscilar. Finalmente cae. El río fluye y cambia en el curso de su camino. Pero la sustancia de nuestro espíritu, de nuestro ego es exactamente como el reflejo de la luna sobre la agua.” Por eso, si no se permanece sobre un pensamiento, si se deja pasar, la sustancia de nuestro espíritu es Fudo, sin movimiento. Esta sustancia de nuestro ego, de nuestro espíritu es Dios o Buda, el espíritu Zen, el satori, hishiryo.
Por eso, en las artes marciales, aunque un samurai sea atacado por una decena de hombres, puede vencerlos a todos. Eso es lo que se ve en las películas japonesas. Para los europeos, esto parece imposible. De hecho no se trata de teatro. Porque diez personas no pueden atacar a la misma persona al mismo tiempo, sino que vienen una detrás de otra. Cuando un maestro de judo es atacado sucesivamente por diez discípulos, su espíritu cambia rápidamente y se concentra en el instante sobre cada nuevo adversario.
En China, un discípulo de Lao Tsé, Mishotsu, escribió una historia interesante sobre los gallos de pelea:
“Un rey deseaba tener un gallo de pelea muy fuerte y había pedido a uno de sus súbditos que educara a uno. Al principio, este le enseño al gallo la técnica de la pelea. Al cabo de diez días, el rey pregunto: “¿Se puede organizar un combate con este gallo?” Pero el instructor dijo: “¡No. No. No. ! El es fuerte, pero esta fuerza esta vacía, siempre quiere pelear; esta excitado y su fuerza es efímera.”
Diez días mas tarde, el rey preguntó al instructor: “Y ahora, ¿se puede organizar esa pelea?” “No. No. Aún no. Todavía esta apasionado, siempre quiere pelear. Cuando oye la voz de otro gallo, incluso el de una aldea vecina, se encoleriza y quiere batirse.”
“Después de diez nuevos días de entrenamiento, el rey preguntó de nuevo: “¿Y ahora, es posible?” El educador respondió: “Ahora ya no esta apasionado. Si oye la voz de otro gallo, permanece tranquilo. Su postura es justa, pero su tensión es fuerte. Ya no se encoleriza. La energía y la fuerza no se manifiestan en la superficie.”
“Entonces, ¿está listo para un combate?” dijo el rey. El educador respondió: “Quizás”. Se trajeron numerosos gallos de pelea y se organizó un torneo. Pero los gallos de pelea no podían acercarse a este gallo. ¡Huían asustados!.
Por eso no hay necesidad de combatir. El gallo de pelea se había convertido en un gallo de madera. Había superado el entrenamiento de los wasa. Interiormente tenía una energía fuerte que no se manifestaba en el exterior. El poder se encontraba desde entonces en él, y los demás gallos no podían hacer otra cosa que inclinarse ante su seguridad tranquila y su verdadera fuerza oculta.”
Si continuáis, zazen, inconscientemente, naturalmente, automáticamente, podréis llegar al secreto del Budo. Entonces no será forzosamente necesario practicar el judo, el aikido, el kárate o el sable. Los demás no se acercaran. No será necesario combatir. La verdadera Vía del Budo no es competición ni conflicto: esta más allá de la vida y de la muerte, más allá de la victoria y de la derrota.
El secreto del sable es no desenvainar el sable; no hay que sacar el sable, porque si queréis matar a alguien, debéis morir por ello. Hay que matarse a sí mismo, matar el propio espíritu. En este momento, los demás tienen miedo y huyen. Se es él mas fuerte y los demás no se acercan. No es necesario pues vencer. En zazen, concentrarse sobre la expiración crea la ligazón que equilibra la conciencia y la postura. Esta actividad desencadena el impulso equilibrador entre los músculos, los nervios, el hipotálamo y el tálamo. Si continuáis zazen, podréis obtener esto inconscientemente, naturalmente y automáticamente.
“El reflejo de la luna sobre el río no se mueve, no fluye. Solamente el agua pasa.” En zazen, no debéis permanecer sobre un pensamiento, vuestro pensamiento no debe permanecer en ninguna parte. Dejad pasar los pensamientos. De esta manera, podréis encontrar la sustancia del ego. Al principio, si pensáis con vuestra conciencia personal, dejad pasar. Más tarde, el subconsciente aparece. Hay que dejar pasar, aún. El subconsciente también se agota. Así, algunas veces se piensa, algunas veces no se piensa. Después, el espíritu es puro como la luna, como el reflejo de la luna que permanece sobre el agua del río. Pero no debéis cortar vuestros pensamientos. Durante zazen no es necesario decirse: “Debo realizar el reflejo de la luna.” Si se quiere explicar las relaciones entre el espíritu, la conciencia y el verdadero ego, es exactamente como las relaciones entre la luna, su reflejo y el agua del río.
Hacer solamente zazen, shikantaza. Esto es hishiryo, satori. Esto no se puede comprender conscientemente, ni atraparlo. “La sombra de la luna sobre el agua nunca ha podido ser atrapada por la mano.”
El Maestro Takuan es muy célebre en el Zen y en las artes marciales, sobre todo en el kendo, el sable japonés. Educó numerosos samuráis. Tuvo un discípulo muy celebre, el legendario samurai Miyamoto Musachi. Este empleó la frase siguiente: Fu Do Chi Shinmyo Roku. Fu: al principio de una frase marca la negación como en Fushiryo. Do: aquí no es el “Do” sinónimo de Vía. Quiere decir moverse. Chi significa la sabiduría. Shinmyo: misteriosa. Roku: nota. Este titulo significa: Nota misteriosa sobre la sabiduría inmóvil. La postura de Budo, sin movimiento, es la postura de Muso: la no-postura no es solamente el acto de no moverse con el cuerpo, sino también no moverse con el espíritu. Alcanzar el espíritu inmóvil.
¿Qué es un espíritu inmóvil? Hemos visto que el espíritu no debe permanecer sobre nada. Debemos dejar pasar los pensamientos y las ilusiones como nubes en el cielo. Exactamente como: “El reflejo de la luna sobre el agua. La luna no se mueve. El reflejo de la luna no se mueve.” Observar una peonza: al comienzo, cuando gira lentamente, se mueve; después, en plena velocidad, adquiere estabilidad, y ya no se mueve. Al final, como un hombre que ha llegado a viejo, vuelve a oscilar. Finalmente cae. El río fluye y cambia en el curso de su camino. Pero la sustancia de nuestro espíritu, de nuestro ego es exactamente como el reflejo de la luna sobre la agua.” Por eso, si no se permanece sobre un pensamiento, si se deja pasar, la sustancia de nuestro espíritu es Fudo, sin movimiento. Esta sustancia de nuestro ego, de nuestro espíritu es Dios o Buda, el espíritu Zen, el satori, hishiryo.
Por eso, en las artes marciales, aunque un samurai sea atacado por una decena de hombres, puede vencerlos a todos. Eso es lo que se ve en las películas japonesas. Para los europeos, esto parece imposible. De hecho no se trata de teatro. Porque diez personas no pueden atacar a la misma persona al mismo tiempo, sino que vienen una detrás de otra. Cuando un maestro de judo es atacado sucesivamente por diez discípulos, su espíritu cambia rápidamente y se concentra en el instante sobre cada nuevo adversario.
EXTRAIDO DEL:
ZEN Y ARTES MARCIALES
TAISEN DESHIMARU
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