jueves, 14 de julio de 2011

MÁS DE SUMI-E

"Todo aprendiz de sumi-e debe tener una idea clara en la mente, pero no de lo que va a pintar, sino de su esencia. Mientras no la tenga, no conseguirá nada. Constantemente caemos en la errónea pretensión, tan occidental, de tratar de comprenderlo todo a través de la razón. Pero la razón es inútil para comprender el sumi-e. Busquen el placer sin miedo al ridículo, o a hacerlo mal.. Deben aprender a meditar. Esa sana actitud irá poco a poco extendiéndose a su vida cotidiana... y entenderán que la belleza no está en la forma, sino en el significado".

"Cada sumi-e es una imagen única e irrepetible, nunca será un producto editado en serie para su venta masiva... Por eso no puede enseñarse ni aprenderse su técnica en una clase abarrotada de hijos del "express-fast-instantáneo".

Una vieja leyenda china que representa la “ideología” del Sumi-e. A un artista llamado Zhang Seng You se le pidió hacer un mural en un templo. El artista pintó cuatro dragones pero no pintó sus pupilas, su amo le preguntó por qué no lo había hecho y él le respondió que si lo hacía, los dragones cobrarían vida. Sin embargo, su amo insistió y él tuvo que pintar las pupilas de los dragones. Pero cuando pintó las pupilas de dos de ellos, cobraron vida y escaparon del muro, mientras que los otros dos se quedaron en el muro.

Esta leyenda nos habla sobre el sentido de la pintura, el sumi-e no se trata de representar la naturaleza con todos los detalles, sino de entender su aura, su alma; donde el vacío a veces dice más que lo que está plasmado en el papel. De este modo, un artista no necesita entender la musculatura ni la anatomía de un caballo, sino comprender su conducta y su espíritu para plasmarlo en el papel. Tampoco, para pintar una flor, no necesita que concuerden los pétalos o el color, pero es esencial comunicar su vitalidad y su fragancia.

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