Los antiguos maestros gustaban de preguntar a sus nuevos alumnos: ¿Qué es el Kendo? Entonces se sentaban y escuchaban a sus discípulos filosofar sobre el camino de la espada. Para los antiguos Sensei, las frases de los estudiantes era un flujo de palabras sin conexión. La pregunta se asemeja a una cuestión Zen. Si una respuesta es dada, esta siempre estará errada, pues no existe respuesta.
¨El conjunto de las naturalezas poco sofisticadas de nuestros ancestros guerreros derivaron en un extendido alimento para sus espíritus desde una madeja de enseñanzas fragmentadas y vulgares, recogidas como si fueran caminos desviados de antiguos conocimientos, y, estimulados por las demandas de una era que formó a partir de todos esos ejes un nuevo y único modo de vida¨.
El Maestro zen se ve y se sumerge a sí mismo en “el espíritu como un espejo de agua” (kokoro no mizu), y alcanza una eficacia mental que le permite liberarse del miedo y la inseguridad, la inconstancia y el descontrol en todas sus expresiones. Chuang tsu explica que el sabio usa su espíritu como un espejo, no niega las cosas que se le presentan, pero no va delante de ellas. Les responde, sin retenerlas. Este es el estado que permite la apreciación inmediata y directa de la realidad, sin que la mente y la afectividad perturben o distorsionen la percepción.Antes de tirar con el arco, debemos armonizarnos con el mundo que nos rodea y liberarnos de los ruidos y preocupaciones de la vida.
“El camino no se puede explicar con palabras: es una experiencia real, vivida en el propio cuerpo a través del ejercicio de la fuerza vital o ki. El camino no está ni aquí ni allá. El principio está más allá de la razón, de la lógica y de la lectura. La verdad debe ser descubierta por cada uno ejercitando dentro de su propio corazón...”
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