Dicho esto, siento que es importante que los practicantes espirituales adopten cierta prevención contra emociones fuertes como la ira, la pasión y los celos, y se dediquen a frenar su aparición. En lugar de dejarnos embargar por esas potentes emociones, deberíamos esforzarnos por disminuir nuestra tendencia a ellas. Si nos preguntamos si somos más felices enfadados o serenos, la respuesta resulta evidente. Como ya dijimos anteriormente, el estado mental confuso que resulta de las emociones aflictivas destruye inmediatamente nuestro equilibrio interior haciéndonos sentir inquietos e infelices. En nuestra búsqueda de la felicidad, nuestra meta principal debe ser combatir estas emociones, algo que solo podremos lograr mediante un esfuerzo deliberado y sostenido que implica un prolongado período de tiempo; según los budistas, incluso varias vidas sucesivas.
Como ya hemos visto, las aflicciones mentales no desaparecen por sí solas ni se desvanecen por sí mismas con el tiempo. Su final solo llega como resultado de un esfuerzo consciente por detectarlas, disminuir su fuerza y en última instancia eliminarlas por completo.
Si deseamos tener éxito en este empeño, debemos saber cómo combatirlas. Comenzamos la práctica del dharma del Buda leyendo y escuchando las palabras de maestros expertos. Es así como nos vamos haciendo una idea clara del trance al que nos somete el círculo vicioso de la vida y a la vez nos familiarizamos con los posibles métodos para trascenderlo. Este estudio conduce a lo que se conoce como «comprensión derivada de la escucha», base esencial de nuestra evolución espiritual. Entonces debemos procesar la información que hemos estudiado hasta alcanzar una comprensión profunda de ella: la «comprensión derivada de la contemplación». Una vez llegados a la auténtica certeza del tema que nos incumbe, meditamos sobre él hasta que este absorbe por completo nuestra mente. Eso nos lleva a un conocimiento empírico que recibe el nombre de «comprensión derivada de la meditación».
Estos tres niveles de comprensión resultan esenciales para realizar cambios verdaderos en nuestras vidas. Con la comprensión derivada del estudio nuestra convicción se vuelve más profunda y engendra una aprehensión más plena durante la meditación. Si nos falla la comprensión derivada del estudio y de la contemplación, tendremos dificultades en familiarizarnos con el tema, ya sea la naturaleza tortuosa de nuestras aflicciones o la sutileza que subyace en nuestro vacío, por muy intensa que sea la meditación. Es un proceso similar al que se produce cuando nos obligan a reunirnos con alguien a quien no deseamos ver. Es de gran importancia, por tanto, enfatizar la necesidad de implementar estos tres estadios de práctica de forma consecutiva.
Nuestro entorno también ejerce una gran influencia sobre nosotros. Necesitamos un entorno tranquilo con el fin de acometer la práctica. Aún más importante, dicha práctica requiere soledad, entendida como un estado mental libre de distracciones, no simplemente cierta cantidad de tiempo a solas en un lugar tranquilo.
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